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Daniel Gascón

CHÉJOV Y SUS HERMANOS

CHÉJOV Y SUS HERMANOS

Los dos hermanos mayores de Antón Chéjov tenían talento: Alexandr era escritor y Kolia era pintor. Los dos eran alcohólicos, vagos y débiles; Kolia murió muy joven, tuberculoso y lleno de deudas, y tras la muerte de Antón Alexandr publicó unas memorias de infancia en las que hablaba de las palizas de su padre: el texto lo alejó de su familia para siempre. Antón Chéjov, que se convirtió muy joven en el cabeza de familia, quería a sus hermanos, pero siempre tenía que ir detrás de ellos.

1.

En diciembre de 1888, Antón Chéjov visitó a su hermano mayor Alexandr en San Petersburgo. Alexandr era viudo, brillante y caótico, y vivía con una antigua novia de Antón, Natalia Ipatieva-Golden. A Antón no le gustó la forma en que Alexandr trataba a Natalia, y le escribió una carta a principios de 1889:

“Me tuve que alejar de ti por culpa de tu horrible y totalmente injustificado tratamiento de Natalia y la cocinera... Un lenguaje nauseabundo, constante y de la peor clase, gritos, reproches, peleas en la comida y en la cena, quejas constantes sobre tu trabajo duro y tu vida condenada... ¿No es eso una expresión de tiranía grosera? Por patética y culpable que sea la mujer, por mucha intimidad que tenga contigo, no tienes derecho a sentarte en su presencia sin pantalones, a estar borracho delante de ella, a usar un lenguaje que no emplean ni los obreros de las fábricas cuando ven mujeres cerca... Ningún marido o amante decente se permitiría hablar con grosería a una mujer sobre meadas o sobre papel higiénico, ni hacer una broma irónica sobre sus relaciones en la cama, ni fisgonear verbalmente en sus órganos sexuales. Ese comportamiento corrompe a una mujer y la distancia del Dios en que cree. Un hombre que respeta a una mujer, que la ama y es bien educado, no aparecerá delante de la criada sin pantalones, gritando con todas sus fuerzas: “¡Katka, trae el cubo de mear!”... Entre la mujer que duerme en sábanas limpias y la mujer que se acuesta en sábanas sucias y se ríe a carcajadas cuando su amante se tira un pedo existe la misma distancia que la que hay entre un salón de recepciones y un bar... No puedes decir impunemente esas obscenidades delante de los niños, o insultar a los criados o decirle con despecho a Natalia: ‘¡Lárgate y vete al infierno! No voy a mantenerte’.”

(Según Donald Rayfield, la relación mejoró, y Natalia siempre se lo agradeció a Antón.)

2.

En esta carta a Kolia le reprochaba que no pagara sus deudas:

“Eres amable hasta lo empalagoso, magnánimo, desinteresado, compartirías tu última moneda, eres sincero; no conoces la envidia ni el odio, eres sencillo, compadeces a las personas y los animales, no eres rencoroso ni vengativo, eres confiado... El Cielo te ha dotado con lo que otros no tienen... en la Tierra sólo hay un artista cada dos millones de personas... Sólo tienes un defecto. En él residen tus falsas excusas, tu dolor y tu inflamación en las tripas. Se trata de tu extremada falta de buenos modales... La carne de clase baja, educada con palizas, bodegas de vino y espectáculos de caridad. Es difícil, tremendamente difícil, superarlo.

En mi opinión, la gente bien educada debe satisfacer las siguientes condiciones:

1) Respetan la personalidad humana y son siempre considerados, amables, educados y dóciles...

2) ... No pueden dormir... si tienen que pagar por sus hermanos estudiantes, o que comprar ropa para su madre...

3) Respetan la propiedad ajena y por tanto pagan sus deudas.

(...)

8) Desarrollan un sentido artístico. No puede irse a dormir vestidos, mirar grietas llenas de chinches en la pared, respirar aire viciado, caminar sobre suelos cubiertos de escupitajos, comer en una vieja lata para velas. Intentan con todas sus fuerzas domesticar y ennoblecer el instinto sexual... De una mujer no necesitan la cama, ni el sudor equino, ni los sonidos de la micción, ni una mente que se expresa en el arte de engañarte con embarazos falsos y mentiras sin fin. Ellos, especialmente los artistas, necesitan frescura, elegancia, humanidad, la capacidad de ser una madre, no un agujero... No engullen vodka, ni olfatean armarios, porque saben que no son cerdos. Sólo beben cuando pueden, en la ocasión adecuada... Ven a casa con nosotros, rompe la jarra de vodka, y túmbate y lee... aunque sólo sea a Turguéniev, al que no has leído.

Tienes que perder tu puta vanidad, porque ya no eres un crío. ¡Pronto tendrás treinta años! ¡Ya es hora!

Estoy esperando... Todos estamos esperando.”

4 comentarios

Apostillas literarias -

Cuantos Antóns hacen falta en el mundo.
Qué horror lo que un hombre brillante y caótico, como Alexandr, puede hacer y decir a su pareja ¿qué hubiera sido si no hubiera sido brillante? Se comportaba peor que un carretonero.
¡Que inteligente para hablar con Kolia!

Siempre he amado a Chejov, su escritura por supuesto, pero más a su ser humano, sin duda fue un hombre... falta una palabra exacta para lo que quiero decir, se acerca: ÚNICO.

Entrenomadas -

Vaya fotografía!!!
Chéjov es el único que mira, que observa, que sabe que está siendo observado. Hay un montón de historias en esa imagen, tanto como en las cartas.
Da para mucho.
Saludos de finde

Ana Pérez Cañamares -

Bueno, si se permite alguna indulgencia de vez en cuando, lo que dice Chéjov suena bastante loable y digno... sobre todo frente al otro extremo. La verdad, a mí me gustan los buenos modales. Sin llegar a la hipocresía de que todo se convierta en fachada, pulen las aristas del día a día.

ana -

genial el punto 8