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Daniel Gascón

LA DIGNIDAD Y LA RISA

LA DIGNIDAD Y LA RISA

Rafael Azcona (Logroño, 1926) es el guionista más importante de la historia del cine español. Está detrás de muchas de las mejores películas de directores como Berlanga, Saura, García Sánchez o Fernando Trueba. Su trabajo cinematográfico oscureció durante un tiempo su estupenda producción literaria. En los últimos años Azcona ha recuperado varias de sus obras narrativas y les ha añadido partes suprimidas por la censura o la autocensura: recogió tres novelas en “Estrafalario 1” (Alfaguara, 1999); después aparecieron “El repelente niño Vicente” (Aguilar, 2005), “Los muertos no se tocan, nene” (Punto de Lectura, 2005) y la magnífica “Los europeos” (Tusquets, 2006). Estos textos tienen que ver con las películas de Azcona y con los textos de otros autores de la generación del 50, con el realismo pero también con un humor disparatado que nace de la observación, y alternan el talento para retratar los defectos de sus personajes con la capacidad de comprenderlos, de mostrar la dignidad del miserable.

“Memorias de un señor bajito” (Pepitas de calabaza, 2007) es una versión revisada de la edición que había aparecido en la Enciclopedia Pulga en 1960 a partir de textos publicados en “La Codorniz”. Es una novela picaresca que cuenta las andanzas de Juliano Fernández, “un hombre normal al que le ocurren cosas paranormales”, casi kafkianas. Cuida de su abuelo, se vuelve loco, obtiene una Cruz al Mérito Agrícola por matar un cocodrilo, escribe manuales para llegar a los cien años, se enamora y desempeña una larga serie de oficios: Inspector de Tontos del Pueblo, mendigo, bohemio, perro (equilibrista) de un circo, torero, y va a la bolsa, donde le sorprende ver a la gente tan seria y escribe una frase de Montaigne: “La prueba más clara de sabiduría es una continua alegría”.

“Memorias de un señor bajito” es una novela de humor, en la que a veces el chiste parece más importante que la narración. Azcona juega con el lenguaje y las situaciones, y parodia cuentos, fábulas y manuales. Es un libro más realista y menos inocente de lo que parece: es una sátira de un país, que habla de su miseria y se burla de sus tópicos y sus instituciones. Azcona dice que desconfía de las películas en las que no se come y en este libro la comida y el hambre son fundamentales: el protagonista habla su infancia, con su “brutal régimen de patata cocida” que no le dejó crecer; de los banquetes que se daba cuando trabajaba como inspector (“unos pantagruélicos atracones de genuinos condumios regionales tales como torreznos con huevos fritos, migas con tocino, galianos de pastor, abadejo en salmuera...”); de lo poco que se podía comer en un café madrileño que recuerda a los que aparecen en una de sus mejores novelas, “Los ilusos” (1958): “cuatro aceitunas aquí, cinco patatitas allá...”.

Con su optimismo, el diminuto protagonista de “Memorias de un señor bajito” hace pensar en los cómicos del cine mudo o en algunos personajes de Dickens: su resistencia frente a la adversidad le confiere una especie de grandeza y tiñe de melancolía este libro divertido de uno de los mejores narradores en castellano.

“Memorias de un señor bajito”. Rafael Azcona. Pepitas de calabaza. Logroño, 2007. 125 páginas

Esta reseña apareció en Artes & Letras el 27 de septiembre de 2007. Otro texto sobre Azcona .

En la imagen, Rafael Azcona.

1 comentario

Jesús -

La charla que dió Rafael Azcona en la Facultad de Económicas con Luis Alegre fue muy entretenida.referencias a las películas de las que había sido guionista y anécdotas de sus estancias en Ibiza y en Logroño.Uno de los grandes guionistas del cine español.