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Daniel Gascón

MAGIA EN EL HOSPITAL

MAGIA EN EL HOSPITAL

 

El Periódico de Aragón cuenta hoy que un centenar de voluntarios lleva el reiki a los hospitales aragoneses.

El periódico saluda la noticia con alegría: “El reiki o la energía que alivia”, titula. Asegura que el reiki “es una técnica complementaria a la medicina tradicional [o sea la medicina: la ciencia], que ayuda al paciente en la aceptación de la enfermedad, alivia los dolores y mitiga problemas como el insomnio”; al parecer, ayuda a aliviar la angustia de los enfermos. Y más adelante, “la práctica del Reiki se fundamenta en un emisor o canal que, a través de sus manos transmite energía vital a un receptor, con el fin de paliar molestias y enfermedades”. Dice que los voluntarios enseñan su técnica en los hospitales de la comunidad; que “ya se han formado 250 profesionales” en Zaragoza. La cursiva es mía.

El periódico no dice que el reiki es una terapia mística que no tiene ninguna validez científica. Fue inventado en 1922 por Mikau Usui, después de pasar tres semanas en ayuno y después de ponerse bajo una cascada, lo que permitió que se le abriera un chacra y se le ocurriera la idea. Parte de la base de que una invisible ‘fuerza de la energía vital’ fluye a través de nosotros y es lo que nos da la vida. Si andamos bajos de esa energía tenemos más posibilidades de enfermar o tener estrés; y viceversa. Los que practican el reiki creen que el emisor pasa energía al paciente a través de la imposición de manos. Según The International Center for Reiki Training:

Un tratamiento se siente como un resplandor que fluye a través y alrededor de ti. El reiki trata a toda la persona, incluyendo cuerpo, emociones, mente y espíritu, y creando muchos efectos beneficiosos que incluyen relajación y sensación de paz, seguridad y bienestar. Muchos han señalado resultados milagrosos.

En 2008, el informe Effects of reiki in clinical practice: a systematic review of randomised clinical trials, que publicó el International Journal of Clinical Practice, examinó nueve estudios sobre el reiki y concluyó que no demostraban que fuera efectivo para curar ninguna enfermedad. No podían practicarse experimentos de doble ciego; los estudios que defendían el reiki no practicaban pruebas al azar, y el potencial para la parcialidad, intencional o no, era grande y hacía los resultados imposibles de interpretar. En general, la calidad de las pruebas para esos estudios se consideraba defectuosa: no se controlaba el efecto placebo y la mayoría de los estudios sufrían “efectos metodológicos como una muestra de prueba pequeña, un diseño inadecuado del experimento e informes defectuosos”. Como procesos con esos defectos suelen exagerar los efectos del tratamiento, no hay ninguna prueba para indicar que el reiki es efectivo como terapia única o auxiliar para cualquier problema médico, o que tiene algún beneficio más allá del posible efecto placebo.

Tampoco se ha demostrado que el reiki tenga efectos secundarios adversos, más allá del avance de la idiotez y la superchería, del abuso repugnante de la vulnerabilidad de los enfermos, y del dinero que pierden los que tienen que pagar para convertirse en maestros reikis, aunque he leído que ahora es más barato. Por otra parte, el reiki puede ser peligroso en algunos casos: por ejemplo, si un paciente renuncia a un tratamiento demostrado clínicamente a favor de una terapia mística. Y sin duda es una mala noticia que los profesionales de los hospitales pierdan el tiempo estudiando tonterías, en vez de aprender más sobre las mejores formas de curar y prevenir enfermedades, y es una noticia espantosamente mala que la magia, el delirio y la estafa tomen posiciones en un lugar donde la razón y la investigación rigurosa son un asunto de vida o muerte.

He tomado la imagen aquí.

 

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