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Daniel Gascón

MEDIOS Y ADIVINOS

MEDIOS Y ADIVINOS

Este mes se ha celebrado en la Estación Delicias de Zaragoza la Feria Esotérica Alternativa. Una de las organizadoras declaró a la prensa “en este lugar hay 11 pirámides, tiene que haber energía positiva”, que “estamos en un momento de miedos, de crisis… Nosotros [especialistas en tarot, amuletos o terapias alternativas] ponemos nuestro granito de arena para solucionarlo”, y que no cerraban al mediodía porque “es mejor no cortar la energía”.

Las instituciones y las empresas públicas no deberían prestar o alquilar sus instalaciones a los adivinos, tarotistas o curanderos. Los medios que defienden la democracia, la razón, el rigor y el conocimiento a partir de la experiencia no deberían dar espacio a gente que hace propaganda de cosas que no existen ni a la estafa basada en la venta de cosas que no existen.

El supuesto incremento –muchas veces no demostrable- del negocio esotérico por la crisis ha aparecido sin parar en los periódicos y en las televisiones públicas y privadas en los últimos meses. A diferencia de lo que ocurre con las drogas (que están prohibidas, pero al menos tienen efectos reales, incluso beneficiosos) o con las noticias apocalípticas y condenatorias que hablan sobre el consumo de alcohol o de tabaco (que no están prohibidos, pero despiertan encendidas alarmas), esos reportajes tienen un aire de periodismo de color, de noticia pintoresca, y a menudo de cierta fascinación supersticiosa.

Los adivinos, los tarotistas o los vendedores de terapias seudocientíficas no deberían tener ningún apoyo de los medios de comunicación: al contrario, mientras no se demuestre la veracidad de lo que dicen –y ellos tienen la carga de la prueba-, no hay ninguna razón para creer en ellos: sus afirmaciones deberían examinarse escrupulosamente; habría que denunciar fieramente sus mentiras. Y la justicia debería vigilar posibles casos de fraude. Empezando por el fraude fiscal.

Por otra parte, en ocasiones hay que cubrir un fenómeno religioso, porque es un acontecimiento importante que cuenta con muchos participantes, porque es una tradición cultural o porque resulta vistoso, pintoresco y tribal. En general, estas manifestaciones reciben más atención de la que merecen desde cualquiera de los dos primeros puntos de vista. Pero en cualquier caso los medios públicos de un estado aconfesional no deben suscribir la afirmación de que esos rituales tienen un efecto sobrenatural. No se debería decir, como ocurre a veces, que las romerías arreglan la sequía, o que la ayuda de una virgen cura enfermedades o garantiza buenas temporadas deportivas: quizá un medio distinto, que asumiera los postulados religiosos, tendría la opción de ser totalmente coherente y exigir el cese de la virgen en vez del del entrenador. (Aun así, como mínimo, yo preferiría la postura del sacerdote al que le preguntó la madre de un boxeador primerizo: “¿Rezará para que mi hijo gane mañana?”. Y él respondió: “Más le vale que aprenda a boxear”.)

La labor de los medios es contar lo que existe: lo que existe es el fenómeno de la creencia, la tendencia a la credulidad, y quienes se aprovechan fraudulentamente de ellos. Las terapias esotéricas no deberían gozar de complicidad en la prensa, que sólo debería tratarlas para denunciar sus abusos.

He tomado la imagen aquí.

 

2 comentarios

Mr. Mandrake -

No estoy muy de acuerdo aunque confieso que en la base del planteamiento tienes razón. Si somos coherentes creo que tampoco se deberían dejar dinero ni medios públicos a empresas privadas como los clubs deportivos, ni mucho menos pagar con el dinero de todos lugares como un estadio de fútbol. Por otro lado sí existe un grupo de científicos seríos que estudian una serie de fenómenos considerados más o menos "esotéricos".

Jesús -

Coincido plenamente con tu comentario crítico.es una estafa y no tiene ningún rigor científico ni médico.Las personas que se jactan de arreglar vidas y predecir el futuro carecen de sentido y adolecen de moralidad.