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Daniel Gascón

DONDE NADIE ESTÁ A SALVO

DONDE NADIE ESTÁ A SALVO

 

La vida de Humphrey Slater (1906-1958) se relaciona con muchos asuntos centrales de la primera mitad del siglo XX, y esa mezcla entre vida privada e historia aparece en ‘Los herejes’ (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 2009) y ‘El conspirador’ (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 2009). Slater, que se crió en Sudáfrica y empezó como pintor, se divorció cuando su mujer le obligó a elegir entre ella y el comunismo. Vivió en Berlín a principios de los años 30 y viajó a España para combatir el fascismo en la Guerra Civil. Estuvo en las Brigadas Internacionales y participó en las batallas del Jarama, Quinto, Belchite y Fuentes de Ebro. Aunque su desencanto con el comunismo se había gestado en España, en 1941 lo expulsaron del partido; ya formaba parte de un programa de entrenamiento de la Guardia Nacional para impedir una invasión nazi. Entre 1945 y 1947 editó la revista ‘Polemic’, donde colaboraron George Orwell, Bertrand Russell, Stephen Spender o Alfred J. Ayer.

En ‘La mentalidad soviética’ (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 2009), Isaiah Berlin escribe: “La incapacidad de predecir los curiosos virajes de la línea oficial constituye un fracaso monumental para cualquier comunista. En el mejor de los casos, altera todos sus cálculos personales; en el peor, lo condena a la ruina máxima”. Ese es uno de los temas principales de ‘Los herejes’, una novela sobre el fanatismo que Slater publicó en 1947. La primera parte cuenta la historia de Simon, Paul y Elizabeth, tres niños que viven en Avignon en el siglo XIII durante la persecución de la Iglesia Católica a los albigenses. El resultado es una catástrofe social y un mundo en el que nadie está a salvo: los hijos denuncian a los padres y se persigue a los herejes, pero también a los que son blandos con ellos o a los que son sospechosamente duros.

La segunda parte transcurre en la Guerra Civil: Paul, Elizabeth y Simon son tres jóvenes ingleses que están en Málaga en 1936. En la misma ciudad está el coronel Córdova, fascinado por Elizabeth. Tras fracasar con ella y pasar la noche en un burdel, Córdova recorre el 18 de julio las calles de una ciudad conmocionada sin saber qué ha ocurrido: ve cadáveres en la calle, lo atacan unos obreros, dispara, se encuentra con una manifestación y ofrece sus servicios a la República. Slater describe las batallas, el temor y el desconcierto de los combatientes, y ofrece una perspectiva múltiple de la guerra en el bando republicano: la trayectoria de Córdova muestra la gestión militar del conflicto, desde el desorden inicial hasta las consignas de los asesores soviéticos y las opciones cuando la derrota parece inminente; el comportamiento heroico de Simon con las Brigadas Internacionales y su ortodoxia comunista le permiten entrar en el Servicio de Inteligencia Militar; Paul combate con las milicias en Aragón e intenta escapar cuando se desatan las purgas en la República; Elizabeth escribe crónicas, inicia una relación amorosa con Córdova, duda y viaja a Aragón en busca de su hermano.

‘Los herejes’ es una novela poderosa, que recoge muchos debates de la época y retrata la mentalidad totalitaria: en un momento desesperado de una batalla mal planificada, el comisario pide que se vincule el combate con “la cuestión política, más amplia, de la lucha contra el trotskismo”. Simon defiende ante Elizabeth el asesinato de supuestos “agentes de los fascistas”, entre los que en realidad hay muchos antifascistas; luego justifica el pacto entre Hitler y Stalin como “una cuestión de diplomacia práctica”. Elizabeth piensa que “la inhumanidad, el odio y la intolerancia constituían la base de los métodos políticos tanto de los fascistas como de Simon”. Aunque podrían haber aparecido por separado, entre las dos partes de ‘Los herejes’ hay paralelismos estructurales, pero el principal es temático: el retrato de una forma de pensar que atribuye intenciones deshonestas a toda crítica, y que resulta igual de peligrosa por su crueldad que por su arbitrariedad.

'El conspirador’ (1948) tiene algo de película de Hitchcock y de ‘Barba Azul’. Como en el cuento y en ‘Los herejes’, una mujer descubre la duplicidad de alguien próximo: Harriet, de 17 años, se casa con Desmond Ferneaux-Lightfoot, un hombre mayor de la Guardia de Granaderos. Lo que empieza como un idilio se transforma en una historia de sospecha conyugal y espionaje cuando Harriet descubre que su marido es un agente soviético, y cuando él y sus jefes descubren que lo sabe. Pese a su brillantez, el personaje del director Zabotkin, descompensa un poco un relato eficaz, donde funcionan bien la intriga doméstica, la desconfianza y terror de los espías -por el miedo a que los descubra su país o a que su empleador no los considere lo bastante leales-, y los protagonistas: Slater muestra sus contradicciones y crea personajes en dos novelas sobre ideas.

Esta reseña apareció en Artes & Letras de Heraldo de Aragón. En la imagen, el futuro  editor de ’Polemic’ -una revista que Stephan Collini ha definido como "favorable a un racionalismo fresco y liberal, partidaria de la ciencia, hostil hacia las manifestaciones intelectuales del romanticismo y claramente anticomunista"- está en el centro.

 

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