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Daniel Gascón

DESDE RUSIA CON AMOR

E. H. Carr (1892-1982) escribió mucho sobre Rusia: publicó una ‘Historia de la Rusia Soviética’ en 14 tomos, biografías de Bakunin y Dostoievski y varios estudios sobre la revolución bolchevique. Partidario de la política de apaciguamiento de Hitler en los años 30, a partir de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en un apologista de la URSS.

Anagrama ha reeditado ‘Los exiliados románticos’ (1933), que cuenta las andanzas de un puñado de revolucionarios rusos en la Europa del siglo XIX. Socialistas, liberales y anarquistas, participaron en los debates y las revueltas de su tiempo e intentaron modernizar su país desde fuera. Los ideales románticos no solo influían en sus posiciones políticas, sino también en su propia vida: leían a Sand y Rousseau, y exaltaban los sentimientos. Carr traza un panorama de amoríos y conspiraciones, a partir de las cartas, los diarios y las memorias de sus protagonistas. Tiene personajes maravillosos: la suicida Liza Herzen; el agitador infatigable y perpetuo sablista Bakunin; Nechaev, creador de sociedades secretas y asesino que inspiró la trama de ‘Los demonios’ de Dostoievski; o Roman, un agente de la policía secreta que se encariñó con su presa, Bakunin.

La figura más importante del libro es la de Aleksandr Herzen (1812-1870). Menos romántico y más irónico que otros de los personajes, fue uno de los grandes escritores políticos de su época y produjo unas hermosas memorias: pueden leerse partes en ‘Pasado y pensamientos’ (Tecnos, 1994) y ‘Crónica de un drama familiar’ (Alba, 2006). Herzen era hijo ilegítimo de un aristócrata y dejó su país con su familia en 1847. La ayuda de Rothschild le permitió salvar su fortuna de la expropiación y se convirtió en mecenas de agitadores. En 1848 lo decepcionó la actuación de la burguesía francesa. Se llevó otro disgusto cuando su mujer  y su amigo, el poeta e inepto revolucionario Herwegh, se enamoraron. Ella murió poco después, tras unos episodios desgarradores de celos, mentiras y tensiones entre los impulsos del marido engañado y su respeto a la autonomía personal. Herzen perdió a su madre y a un hijo en un naufragio. Fue algo más feliz en Inglaterra, donde en 1857 comenzó a editar junto a su amigo Ogarev una revista muy influyente, ‘La Campana’. Se formó un nuevo triángulo: Herzen inició una relación sentimental con la mujer de Ogarev; Ogarev se enamoró de una prostituta.

Herzen defendía un socialismo “libre”, agrario y semianarquista; valoraba la libertad individual por encima de todo, despreciaba a Marx y odiaba la tiranía. Creía en la revolución, pero desconfiaba de los ideales abstractos. Su apoyo a las reformas de Alejandro II lo enfrentó a los radicales y la posición de ‘La Campana’ durante la revolución polaca lo hizo impopular: era un hombre del pasado. Lo convirtió en un héroe el régimen comunista, otra encarnación del despotismo contra el que había luchado durante toda su vida.

‘Los exiliados románticos’ es un ensayo brillante, lleno de información y chismes, una novela familiar sembrada de paralelismos y detalles, el retrato de una época de Europa y un relato de conspiradores. Algunas de sus interpretaciones son discutibles, pero Carr cuenta con ironía y pulso narrativo una historia fascinante.

‘Los exiliados románticos’. E. H. Carr. Traducción de Buenaventura Vallespinosa. Anagrama, 2010. 442 páginas.

Esta reseña apareció en Artes & Letras. En las imágenes, Herzen; Ogarev y Herzen.

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