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Daniel Gascón

1968-2011

Yo le conocí, Horacio. Era un hombre de una gracia infinita y de una fantasía portentosa. Mil veces me llevó sobre su espalda. Y ahora, ¡cuánto horror siento al evocarlo! Viéndolo, mi estómago se revuelve. Aquí pendían aquellos labios que yo he besado no sé cuántas veces. ¿Qué se hicieron de tus chanzas, de tus piruetas, de tus ocurrencias cargadas de buen humor, que hacían prorrumpir en una carcajada a toda la mesa?

2 comentarios

Marta -

Hace un rato, volviendo a mi casa, he hecho, como siempre, dos cosas. Llamar al timbre de la casa de mi madre para recoger a Lia, mi perra. Y desde allí, esperando contestación, he vuelto a mirar justo enfrente, hacia la casa de Félix, Pero estaba a oscuras, una oscuridad doliente, de la que mancha. Hablé muy pocas veces con él, pero solía encontrármelo en nuestra calle. Es la tercera vez que miro hacia su ventana. Se me hace extraño, muy extraño, no ver la luz, esa luz de libros abiertos que salia de ella.
Estaba fuera de España cuando sucedió y puedo asegurarte que pasé horas buscando a alguien que desmintiera todo. Un abrazo muy grande, Daniel, tan grande como sincero.

Marta Navarro

Luisa M. -

Los huecos verdaderos, los dolores más hondos, los dejan los amigos verdaderos, los amigos más grandes..
Fíjate, yo estos días -quizás porque le no conocí mucho - no he pensado en lo que pierde el mundo de la cultura; he pensado en vosotros. Hubiera querido escribir ésto de forma no pública; pero no tengo tu mail, Daniel. Un gran abrazo.