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Daniel Gascón

MORDAZAS Y COLONIALISMO

 

Este fin de semana se ha estrenado en España Nadie sabe nada de gatos persas, donde el cineasta iraní Bahman Ghobadi cuenta la historia de dos jóvenes que intentan montar un grupo de rock en Teherán. La película le producía estas impresionantes reflexiones al crítico de El País, Jordi Costa:

A Ghobadi le producen una comprensible repulsa los mecanismos de censura y control ideológico del Gobierno iraní. Resulta desconcertante que no le provoquen ni la más mínima inquietud los síntomas de colonialismo cultural que se perciben tanto en la obra musical de sus personajes como en la propia gramática visual de su película.

El destino, muy puñetero en las películas de tan acusado corte ideológico, priva a los personajes de poder comprobar, en una hipotética secuela, que en Occidente entran en juego otras mordazas, menos visibles, pero no necesariamente más sutiles.

La película defiende la libertad –supongo que eso es el “tan acusado corte ideológico”- y muestra la escena musical de Teherán. Le preguntaron a Ghobadi qué le llevo a hacer la película:

Censura, represión y presión: son las cosas que me llevaron a la película. Intentaba hacer otra película desde hacía tres años, pero el gobierno me lo ponía muy difícil y no daba permiso para ello. Me quedaba en casa y no podía hacer nada: era una lucha día tras día. A menudo pensaba en el suicidio. Finalmente, hice las maletas, quería irme de Irán.

Entonces, sin embargo, un amigo me dijo: “Eso es exactamente lo que quiere el sistema. Quieren que te vayas y no trabajes. Si quieres luchar con esto, tienes que quedarte y hacer algo. Si no puedes hacer películas, haz otra cosa; ve a estudiar música. Te encanta la música; haz algo con ese mundo”.

Ahora Ghobadi –que acaba de tener una polémica con Abbas Kiarostami, que dice que nunca ha visto nada bueno de los iraníes que han dejado su país- ya no vive en Irán. La coguionista de la película, Roxana Saberi, estuvo encarcelada en la prisión de Evin por acusaciones de espionaje. En una entrevista, Ghobadi contaba:

El 2 de junio, mis amigos me dijeron: “No vayas al aeropuerto”. Quería ver a mi madre, a mis amigos. Fui a Irán por la parte kurda de Irak. Entré 200 kilómetros, pero cerca de Kurdistán los Ettela’at [Ministerio de Inteligencia y Seguridad Nacional de Irán] me pillaron. Me cubrieron los ojos y me metieron en un camión. Creo que estuve en Hamadan, luego en Teherán. Creo que querían tenerme escondido porque pensaban que si los kurdos sabían que yo estaba allí, podría causarles problemas con sus planes para la elección presidencial.

El director Jafar Panahi está detenido desde el 1 de marzo a causa de su apoyo a las protestas por el fraude en las pasadas elecciones.

Por usar la expresión de Jordi Costa, a mí me resultan desconcertantes muchas cosas de su crítica: la equivalencia moral entre el fundamentalismo islámico que rige todos los órdenes de la vida y la democracia -una palabra que Costa evita; prefiere hablar de "capitalismo terminal"-, que al menos no nos obliga a pedir permiso por cantar o escribir ni nos encarcela ni nos mata por protestar en la calle o por ser homosexuales, y que no obliga a todas las mujeres a llevar chador; la falta de discriminación entre tiranía y democracia; su repentina defensa de unas esencias culturales (¿sabe que el cine lo inventaron unos franceses? Quizá entonces sólo tendrían que hacer películas los franceses) que además son falsas (la revolución islámica ha intentado eliminar tradiciones anteriores); lo de las mordazas (¿le han puesto una a Jordi Costa?); y, por supuesto, su idea de sutileza. ¿Piensa, además, el crítico que la libertad y la opresión son sólo tradiciones culturales, y que si a uno le toca vivir en una tradición no puede salirse de ella?

Pero hay algo que desgraciadamente no me ha sorprendido: como los escritores que critican que un dogma medieval mutile el pensamiento y las mujeres que defienden su libertad, los cineastas que hacen películas en países teocráticos y denuncian que no pueden hacer el cine que quieren, o que la gente necesita un permiso del gobierno para tocar su música, o que una mujer sola no puede cantar ante una audiencia mixta, tienen la suerte de que siempre hay un crítico occidental, moderno y progresista, que les alerta de los peligros del colonialismo, y de paso les dice cómo deben ser las películas que tienen que hacer.

En la imagen, los protagonistas de la película.

 

1 comentario

sergio -

Daniel,

Gracias por tu artículo. Pienso que Ghobadi es un cineasta formidable. A mí me conquistó con LAS TORTUGAS y MEDIA LUNA. Su película me pareció reflexiva e interesantísima. Y también me mosqueé con la crítica de Costa, que no entendí al leerla. Añorado Fernández-Santos en EL PAIS.