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Daniel Gascón

LA LIBERTAD Y LA CALUMNIA

En España y buena parte de América Latina, la concesión del Premio Nobel a Mario Vargas Llosa ha tenido una aceptación generalizada. Tanto quienes están de acuerdo con sus posiciones políticas como quienes no lo están, desde la izquierda o la derecha, reconocían la indiscutible calidad de su obra literaria. Esa sensatez no se ha visto en todas partes. El periodista sueco Johan Norberg ha escrito:

“‘Estoy un poco enfadada’, dijo la crítica literaria sueca Ulrika Milles durante la retransmisión en la televisión del anuncio del Premio Nobel de Literatura de 2010. A la élite cultural del país le llevó unos segundos darse cuenta de que había habido un error en el proceso de voto de la Academia sueca: oye, Mario Vargas Llosa, el ganador, ya no es socialista. ‘Lo perdí cuando se convirtió en un neo-liberal’, se quejó Milles. Otros se hicieron eco de sus palabras.

Gente que nunca manifestó la menor inquietud sobre las posiciones políticas de otros ganadores del Premio Nobel -como Wislawa Szymborska, que escribió celebraciones poéticas de Lenin y Stalin; Günter Grass, que elogió la dictadura de Cuba; Harold Pinter, que apoyó a Slobodan Milosevic; José Saramago, que purgó a los antiestalinistas de la revista que editaba- piensa que la Academia Sueca se ha pasado de la raya. Al parecer, las opiniones políticas de Mario Vargas Llosa deberían haberlo eliminado de toda consideración premio. Después de todo, es un liberal clásico en la tradición de John Locke y Adam Smith.

Periodistas y escritores de la estatista izquierda de Suecia han explicado que Vargas Llosa se convirtió en un ‘traidor’ cuando abandonó el socialismo en la década de 1980, e incluso se presentó a las elecciones para la presidencia del Perú en una plataforma liberal en 1990. Se sugería que probablemente su privilegiado estilo de vida como escritor de éxito socavó su simpatía y solidaridad con los pobres y oprimidos.

En el periódico más vendido de Suecia, Aftonbladet, tres escritores le hacían pedazos el día siguiente al anuncio del Premio Nobel. Uno de ellos escribió que el premio era una victoria para la derecha sueca, otro decía que era una victoria para la derecha latinoamericana autoritaria, y otro lo acusaba de ser no sólo ‘neo-liberal’, sino también ‘machista’ (lo que Vargas Llosa no sabía es que en la actualidad sólo las mujeres pueden escribir sobre sexo; cuando lo hacen los hombres es machista y de mal gusto, al parecer)

En Aftonbladet Martin Ezpeleta afirmaba que el premio era una victoria para los racistas, porque Vargas Llosa escribió una vez un ensayo que atacaba la ideología del multiculturalismo. Que ese mismo ensayo también pidiera una política de inmigración más abierta no significaba nada para Ezpeleta hasta que otros lo señalaron y eliminó silenciosamente la acusación ‘racismo’ de su artículo, fingiendo que nunca había estado allí.

Le tocó al periódico de extrema izquierda Flamman pedir a sus compañeros de viaje que retrocedieran. Claro, Vargas Llosa es un libertario, pero también es un escritor fantástico y una ‘excelente elección’ para el Premio Nobel. Bueno, lo es. Aunque no te gusten el libre mercado, el libre comercio y otras cosas que Vargas Llosa apoya, es difícil negar que es uno de los más grandes narradores de nuestro tiempo.

Vargas Llosa ha escrito algunas historias simples, incluso tontas, pero novelas como La fiesta del Chivo y La guerra del fin del mundo son esa clase de relatos ambiciosos que ya no se cuentan, en un momento en que la mayoría de los escritores carecen de paciencia para compartir algo más que sus bares favoritos y su trágica vida amorosa. En sus mejores momentos, Vargas Llosa es la respuesta del mundo literario a los científicos que defienden la teoría de cuerdas: aborda más dimensiones de las que los demás podemos experimentar con nuestros sentidos. Como Victor Hugo, captura toda una época o una tragedia de un país en unos capítulos; pero, como los mejores escritores de thriller, también nos mantiene en suspenso con tramas dramáticas. Y también maneja un gran número de personajes, como los grandes escritores rusos: personajes cuyas relaciones, conversaciones y evolución interior se convierten en el verdadero escenario de la historia.

Vargas Llosa da saltos hacia delante y hacia atrás en esas dimensiones, cambia la narración y el tiempo, para contar la misma historia desde diferentes ángulos, para que sea más completa y también más compleja. Es técnicamente complejo, pero accesible y legible, incluso imposible de dejar de leer. Puede hacer que temas ligeros parezcan graves e importantes, y puede escribir sobre la miseria y la tragedia de una manera humorística, irónica.

Pero antes de que te dejes llevar y llegues a la conclusión de que Vargas Llosa merece el premio: ¿se me ha olvidado decirte que no es socialista? Bueno, lo era. Fue un comunista convencido que apoyó la revolución cubana. Dejó de hacerlo no porque fuera incapaz de sentir simpatía hacia los pobres y oprimidos, sino porque aún lo hacía cuando otros empezaron a identificarse más con los revolucionarios que con la gente en cuyo nombre hacían la revolución. Vio que Castro perseguía a los homosexuales y encarcelaba a los disidentes. Mientras otros socialistas se callaban y pensaban que el sueño justificaba los medios, Vargas Llosa empezó a plantearse las preguntas difíciles sobre por qué sus ideales, cuando se llevaban a la realidad, se parecían más a campos de prisioneros que a utopías socialistas.

Fue entonces cuando empezó a pensar que la centralización del poder y la riqueza en el gobierno conducen al autoritarismo, y que las barreras comerciales, las regulaciones y la ausencia de derechos de propiedad protegían a los poderosos e imposibilitaban que los pobres montaran negocios y crearan una vida propia. Se convirtió en un liberal clásico, que combatía permanente a los corruptos y los autoritarios, daba igual el disfraz que adoptaran –juntas militares, mercantilistas derechistas o dictadores socialistas- y asumió la lucha para defender el imperio de la ley y los derechos de propiedad de los pobres y los oprimidos.

Los intentos de retratar a Vargas Llosa como un partidario de la derecha autoritaria y conservadora de América Latina son simplemente vergonzosos. La única prueba  en el artículo de Aftonbladet fue que Vargas Llosa apoyó a Sebastián Piñera en la última elección presidencial de Chile: algo que no tiene sentido en absoluto ya que Piñera es un político moderado, democrático, que ha atacado la tradición autoritaria de la derecha de Chile y votó en contra Pinochet en el referéndum sobre su gobierno en 1988.

El intento de Vargas Llosa de juzgar a todos los gobernantes según los mismos criterios es lo que hace que el argumento de la traición a la izquierda sea tan revelador. Muchos intelectuales han condenado las dictaduras de derecha en el Perú y Chile y muchos intelectuales han condenado las dictaduras de izquierda en Cuba y Nicaragua, pero pocos han condenado ambas, como ha hecho Vargas Llosa.

Si eso es un ataque a la izquierda, es sólo porque la izquierda ha puesto su esperanza en sucesivas generaciones de caudillos como Castro y Chávez. Cualquiera que insiste en que a sus héroes se les apliquen las reglas democráticas que deben regir para todos se convierte en un traidor, un cobarde, un derechista. Es el esclavo en el carro que susurra que toda la gloria es efímera y tú eres mortal. Y ese no es un papel.agradecido. Como escribió Vargas Llosa: ‘Por una razón […] misteriosa, defender la libertad de expresión, las elecciones y el pluralismo político, puede ganarle a uno, entre los intelectuales latinoamericanos, fama de derechista”.

Los intentos de politizar un premio literario y las demandas de que los autores lleven un carnet de izquierdista no son muy atractivos. Pero quizá, después de todo, los críticos tengan parte de razón. Tal vez no podemos separar las novelas de Vargas Llosa de su política, su literatura de su creencia en la libertad. En un ensayo sobre la escritura, explicó que ‘toda buena literatura es un cuestionamiento radical del mundo en que vivimos’, y que la literatura es ‘el alimento de espíritus indóciles y propagadora de inconformidad’.

Incluso puede decirse que la Academia sueca está de acuerdo, porque le dio el premio a Vargas Llosa ‘por su cartografía de las estructuras de poder y sus imágenes mordaces de la resistencia del individuo, la rebelión y la derrota’. La diferencia entre él y sus viejos amigos y ahora oponentes es que él se toma en serio ese poder y esa resistencia. No son sólo ficción”.

10 comentarios

Antonio Pérez Morte -

No sólo rubrico todo lo que dices sino que además me muero de envidia por no ser yo el autor de este artículo genial.
¡Un abrazo fuerte Daniel!

HombreRevenido -

Absolutamente de acuerdo con este artículo.

menda lerenda -

No es por sus ideas políticas (que no son ideas, son debrayadas seniles como la copa de un pino, por mal argumentadas, por dogmáticas y por contradictorias entre sí), es por lo mal que escribe. Escribió bien un día, pero de eso hace ya 20 años. Si no lo mereció entonces, como literato, menos todavía ahora. Por supuesto que ha escandalizado. Es un nobel más ridículo que el de José Echegaray.

Rafel -

Bueno, bueno, alguna voz discordante ha surgido entre tanto palmero de la sacrosanta industria editorial española. Y a ver si aprendemos a distinguir a un libertario de un liberal de derechas.
http://www.diagonalperiodico.net/Un-recuerdo-contra-Mario-Vargas.html

Hans -

Mi querido y admirado Daniel,
Iba a extenderme en el comentario, pero creo que es banal. El artículo es excelente, y pone -como tantas veces en tu caso- el dedo en la llaga: el jodido sectarismo imbécil de los de la 'liga de los sin-bata', en su versión más reconcentrada: la hispano-americana

Anónimo -

Yo creo que está bien. No conozco lo suficiente la realidad peruana para saber si Fuji Morifue preferible... Supongo que sí, Octavio Paz afirmaba categoricamente que la política era pérdida de tiempo para el escritor. Yo creo que las cosas están muy mezcladas. En rigor, ser liberal no es ser conservador. De posiciones marxistas, a la amistad con González y la simpatía actual por un partido transversal ( que no se quiere ni de derechas ni de izquierdas ). Quien le iba a decir a todo escritor que sería tratado numismáticamente, que en el afán de agradar emplea el prójimo siempre, sobre la silueta, la sombra de la sospecha. Me parece majo.

Enrique -

Enhorabuena. Gran artículo.

Javier López Clemente -

Afortunadamente las críticas a las que te refieres han venido del ámbito Sueco. Por lo que he leído en España la aceptación ha sido generalizada y, aunque recordando su corte político, la inmensa mayoría ha reconocido su prestigio como novelissta y la justicia del premio.

Salu2 Córneos.

JUANROYO -

ENHORABUENA POR EL ARTÍCULO

o. -

impresionante artículo, acertada reflexión...aunque veo que no estuviste en los silbidos durante el concierto de Massive Attack...modernas de saldo gritando en pleno éxtasis narcótico