APARTHEID Y HOMEOPATÍA
1.
Érase una vez, en un país llamado Sudáfrica el color de tu piel determinaba dónde vivías, qué trabajos podías tener, y dónde podías votar o no.
Los países decentes de todo el mundo lucharon contra el apartheid racial y convirtieron a Sudáfrica en un estado marginal en la comunidad internacional. Lo expulsaron de acontecimientos como los Juegos Olímpicos. Empresas y univeridades boicotearon a Sudáfrica, atacando su economía y aumentando el aislamiento del gobierno de la minoría blanca, que finalmente retiró las leyes del apartheid en 1991.
Hoy, en un país llamado Arabia Saudí el mal es el apartheid de género en vez de raza, pero la comunidad internacional observa tranquilamente y no hace nada.
Las mujeres saudíes no pueden votar, no pueden conducir, no pueden ser tratadas en un hospital o viajar sin el permiso escrito de un guardián masculino.
Mona Eltahawy, International Herald Tribune.
2.
Lo que necesitamos como modelo, en otras palabras, no es el feminismo de los años sesenta, sino una versión del feminismo del siglo XIX que casi hemos olvidado.
3.
Durante años, el presidente de Sudáfrica Thabo Mbeki ha hecho todo lo que ha podido para entorpecer la distribución de medicamentos antirretrovirales. Presta atención a Peter Duesberg, un biólogo que asegura que para prevenir el sida todo lo que hay que hacer es comer bien y evitar las drogas. Tras escuchar una conferencia de Duesberg, Anthony Fauci, un asesor sobre el sida habitualmente moderado de la administración americana, dijo: “Esto es un crimen. Es así de simple”.
No sólo es Duesberg. Los nutricionistas falaces de Gran Bretaña y Alemania arguyen que la vitamina C es un tratamiento tan efectivo contra el sida como los antirretrovirales y, como hemos vistos, los homeópatas afirman que los africanos pueden salir de sus clínicas “libres de todo síntoma”. No pienses que sólo porque parecen oscuros y extravagantes sus ideas carecen de influencia, cuando la red las pone a disposición de cualquiera que quiera negar los hechos establecidos sobre el sida.
Imagina que el antiguo régimen no hubiera caído y que una minoría blanca mimase a los que niegan el sida. Creo que no es disparatado imaginar que las calles de las capitales del mundo estarían llenas de manifestantes que acusarían al gobierno del apartheid de ser cómplice del asesinato masivo de negros.
Aparecerían términos como “genocidio” y “limpieza étnica” y los que aportasen argumentos espurios para justificar el abandono de las víctimas de Sudáfrica serían denunciados como cómplices de una política criminal.
Nick Cohen, The Guardian .
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