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Daniel Gascón

GRULLAS

GRULLAS

1.

-Tienes el móvil apagado, ¿verdad? -le pregunta Salva, el ayudante de producción.

-Sí -dice Laura.

-Ha llamado Marcos. Llegará a la estación a las cinco.

Laura frunce el ceño. No sabía que Marcos fuese a venir.

-Pues a ver cómo se las arregla para encontrarnos.

Están en la Laguna de Gallocanta, rodando un corto, y ha llovido durante toda la mañana. Llevan un poco de retraso. Deberían acabar todo lo de la laguna antes del mediodía, y rodar una secuencia en el pueblo por la tarde.

-Si quieres me paso a recogerlo.

-¿Puedes?

-Claro. Así veo cómo va lo de la fiesta.

-Muchas gracias, Salva.

Laura vuelve con el resto del equipo. Ayuda a trasladar el material de cámara. Félix está a unos metros de allí, discutiendo con una pareja de la guardia civil. La laguna es un espacio protegido: los guardias civiles quieren asegurarse de que no estropean nada. A Laura le preocupa la vehemencia de Félix. Lo conoce desde niña y lo quiere mucho, pero sabe que se enfada con facilidad y lo último que necesitan es meterse en problemas con la guardia civil. Ya han tenido que prolongar un fin de semana el alquiler del equipo técnico y esta noche hay una fiesta de fin de rodaje en el bar del pueblo. Laura cree que es ella la que debería hablar con la policía. Y Félix tendría que estar con Pachi, el director de fotografía, porque para eso estudia cine.

-¿Lo hacemos en un plano o dos? -pregunta Pachi.

-En dos. Primero los cogemos juntos, y luego, cuando María se va, la cogemos sola.

Pachi se queda mirando. Laura es guionista, no controla los aspectos técnicos. Pero Félix nunca había hecho un corto y prefería que le ayudase en las tareas de dirección de "La Laguna". Laura se ha aprendido de memoria el story board y ha leído varios manuales. Por la noche repasa con Félix la planificación del día siguiente. Pero eso no impide que se sienta como una imbécil cada vez que le preguntan.

-Me parece -dice la script- que te estás saltando el eje.

-Creo que no.

-Sí. Te lo estás saltando -dice el director de fotografía, que hace un rectángulo en el aire con las manos.

Llegan varios más –los miembros del equipo de cámara y de sonido- y comienzan a discutir. Los guardias civiles se marchan y Félix viene corriendo.

-Félix, ¿esto lo hacemos en un plano o en dos?

-En uno -dice Félix.

Laura lo mira y él vacila un instante.

-Vamos muy pillados de tiempo.

Laura va a ver si los actores tienen algún problema con el diálogo. Una bandada de grullas echa a volar y estropea la primera toma. Laura está segura de que no se saltaba el eje.

2.

El resto del día las cosas salen bastante bien, pero Laura siente que está de más. Escucha a los actores y mira sus movimientos en el combo. En la secuencia de la tienda el vestuario no la convence y le parece que los diálogos están mal construidos.

Laura quería ganarse el respeto de sus compañeros de rodaje. Muchos estudian con Félix en la escuela de cine y son gente muy profesional que sólo habla de películas. A veces piensa que la miran como a un bicho raro, y que Félix la haya desautorizado delante de todos no le hace ninguna gracia.

-Me ha gustado mucho más la última versión del guión -le dijo el decorador el día en que se conocieron-. El otro final, no sé... me parecía un poco misógino.

-¿Misógino? Pero si yo soy una mujer.

El primer fin de semana de rodaje fue desastroso, con un montón de dificultades técnicas. Llovió y tuvieron que rodar en una casa una secuencia prevista en exteriores. Los chicos de la escuela querían trabajar como si estuvieran en Hollywood, y se plantaron en el bar del pueblo para alquilar un coche blanco que evitase los reflejos del sol. Laura convenció a un jubilado de que les dejase gratis un Peugeot un poco viejo, pero que quedaba muy bien. Y también consiguió que la mujer del jubilado, que tenía una pinta estupenda, apareciese como figurante en otra de las secuencias.

Marcos vino de visita el segundo fin de semana. Ella lo había invitado, pero Marcos estaba muy incómodo y Laura tampoco se encontraba a gusto. Ya no podía hacer los chistes pedantes del primer fin de semana, como cuando había dicho “Coito ergo sum” y Sonia y Salva se habían muerto de risa. Tenía que estar pendiente de Marcos, que hacía fotos todo el tiempo y no hablaba con nadie del equipo. Por la noche se habían quedado despiertos hasta muy tarde en la habitación de la casa rural, y al día siguiente estaba cansadísima.

El domingo por la mañana, Laura llegó medio dormida al set. El equipo aún no habia llegado y Félix repasaba las posiciones de cámara. Estaba muy nervioso.

-Creo que podríamos hacerlo mejor. No me gusta mucho –dijo Laura.

-Si no te gusta –contestó Félix-, ¿por qué no te vuelves al hotel a follar con tu novio?

Después Félix le pidió disculpas. Dijo que no sabía lo que decía, que estaba histérico por el retraso que llevaban sobre el plan de rodaje. A fin de cuentas, él pagaba la mayor parte del corto. Laura le dijo que no pasaba nada.

Por la tarde, a Marcos le molestó que no fuera a despedirle a la estación, pero tenía mucho trabajo. Tampoco era tan difícil de entender.

Félix da la toma por buena.

-¿No crees que María estaba un poco forzada? -dice Laura.

-No.

-Creo que podría estar mejor.

-Laura, todo podría estar un poco mejor.

Sólo quedan dos planos para acabar el corto. Laura está nerviosa: Marcos ya debería haber llegado. Se va con Fabio, un chico de la escuela que está preparando un making off y que lleva varios días pidiéndole una entrevista. La coloca contra una ventana y le pregunta sobre el mensaje de su guión. Laura contesta pensando que sólo dice tonterías. Al final de la calle ve cómo llegan Salva y Marcos.

3.

En la fiesta de fin de rodaje todos se emborrachan bastante y se dicen lo maravillosos que son y lo bien que se lo han pasado haciendo este corto. Marcos habla con los chicos del equipo de dirección: ha traído un álbum de fotos del rodaje. Laura se entera de algunos líos: María se ha enrollado con el chico que maneja la cámara, y la novia del chico, Sonia, está un poco mosqueada. El actor principal besa a la hermana de Félix, que preparaba los bocadillos, y la camarera no les quita el ojo de encima. Sonia se echa a llorar; Félix la acompaña fuera.

Félix se ha convertido en el centro moral del rodaje. No tiene arranques de mal genio ni momentos de histeria. Y nunca ha perdido la compostura. Habla con todos, les escucha y ríe sus gracias, pero se va pronto a la cama. Da una impresión de seriedad.

A Laura también le habría gustado ser un punto de referencia, pero se da cuenta de que los miembros del equipo tienen más confianza en Félix y le parece bien. No cree que sea porque ella es chica o porque no pertenece al mundo del cine. No le gusta culpar a las circunstancias: piensa que todos tenemos una responsabilidad en lo que nos pasa. Puede que hubiera un ambiente hostil, pero su actitud -sus dudas, prestar demasiada atención a su novio cuando estaban rodando- no ha sido la más adecuada. Al final ha terminado en segunda fila.

Las chicas del pueblo tontean con los miembros del equipo. La fiesta parece una verbena, pero con la gente del rodaje, y música de Manu Chao en lugar del toro enamorado de la luna. Laura sale un momento a la calle. Fuera Sonia está besando a Félix.

Cuando la ven llegar Sonia se separa y vuelve al bar. Félix se queda, pero no sabe muy bien qué hacer.

Laura piensa en la novia de Félix, a la que ha tomado cariño últimamente. Aunque intenta no juzgar, le sorprende que Félix esté incómodo, y piensa en el tiempo que hace que son amigos, y en que nunca ha pasado nada entre los dos.

-Bueno, hemos terminado, ¿no? -dice Laura.

-Queda el montaje.

-Ya, pero cuando estás montando no importa que haga mal tiempo.

Félix sonríe.

-Si quieres puedes pasarte un día por Madrid a ver cómo queda –hace una pausa-. Las fotos de Marcos están muy bien.

-No sabía que iba a venir.

Félix le pasa el brazo por el hombro.

-Puede venir, ¿no? Esto es una fiesta.

Félix y Laura vuelven al bar. Casi todos están muy borrachos, algunos se han subido a las mesas. Laura no entiende cómo es posible que Marcos decidiera venir de repente pero haya tenido tiempo de preparar un álbum.

4.

A la mañana siguiente Laura vuelve a Zaragoza con Marcos, que tiene que trabajar por la tarde. Félix le ha dicho que no hace falta que se quede, que él se encargará de recoger el equipo con Salva y Sonia. No supone una sorpresa sino más bien un alivio: en el fondo es mejor que Félix no la necesite. Casi no pasan coches y a Laura le gusta conducir. Más que escribir o que rodar cortos. Va muy deprisa, con la ventanilla medio bajada, y no presta ninguna atención al paisaje.

-Había mejor ambiente este fin de semana -dice Marcos-, ¿no?

-La mitad del equipo estaba enrollada con la otra mitad, y yo sin enterarme.

-Bueno, eso estaba cantado, ¿no?

Laura se encoge de hombros. Le molesta que su novio acabe las frases con preguntas.

-Me alegro de haber venido -dice Marcos-. El fin de semana pasado me fui con una sensación un poco rara.

Marcos le pide que pare un momento. Quiere hacer unas fotos en la orilla de la carretera. Mira a Laura antes de salir del coche.

-¿Tú te alegras de que haya venido?

-Sí -dice Laura, pero en ese momento piensa en arrancar y dejar a Marcos solo, en el arcén de una carretera desierta, fotografiando una estúpida bandada de grullas.

Este relato está incluido en El viento dormido (Eclipsados, 2006).


2 comentarios

Meri -

y tu(pixa)un psicópata de la palabra.

Pixa -

Eres un tonto del culo tio y encima eres un gilipollas egocéntrico.Un maño cateto y pajillero. Agur, mierdoso.