ENTREVISTA CON TESS GALLAGHER
"CARVER SIGUE SIENDO EL REY"
Tess Gallagher (Port Angeles, 1943) es poeta, narradora, ensayista, guionista y traductora. “El puente que cruza la luna” (Bartleby , 2006) es su primer libro traducido al castellano. Apareció en inglés en 1992 y habla de la pérdida de su tercer marido, el escritor Raymond Carver (1939-1988). Desde entonces, Gallagher, que se opone con firmeza a la Administración Bush, ha publicado varios libros y ha superado un cáncer. Ha estado unos días en Madrid y en Barcelona, donde conoció a su traductor Eduardo Moga, y y define el tono del libro como el de “alguien que toca el violonchelo en la falda de una montaña”.
“El puente que cruza la luna” habla del duelo y la muerte, pero mantiene cierta distancia.
Intenté no abrumar con las emociones. Me interesaba experimentar el lenguaje: los tonos dicen otra cosa, son un gemido que está por debajo. Imaginaba los poemas como las velas que encendemos, como una ritualización, una manera de dar forma a un acontecimiento muy complejo e insoluble. A mi mentor, el poeta Stanley Kunitz , los poemas le parecían muy oscuros. Creo son claros y oscuros, y que yo controlo esa oscuridad.
Hay un poema que dice “Ahora que no estoy nunca sola”.
Todo está lleno de recuerdos del otro. La nueva forma de la presencia es imprevisible, porque todas las cosas empiezan a contener el espíritu de lo que has perdido. He dado clases de escritura muchos años, y dejé de hacerlo después de este libro. Puedes transmitir a los estudiantes cierta habilidad con las formas, a aceptar lo que el poema ofrece, a ser abiertos y libres, pero no puedes predecir que pasen por una experiencia determinada. Depende de ellos, y de cierta dosis de suerte.
Hay una mezcla de elementos cotidianos y simbólicos.
Los caballos, por ejemplo son uno de los símbolos más íntimos. Pero también son reales. Hay en ellos algo salvaje, nunca sé cuándo van a salir en mis poemas. No quiero saber lo que son. La luna representa dónde se han ido los muertos, los poemas son los puentes: el libro es una conversación con los muertos.
Hay momentos que hacen pensar en Lorca.
Es mi poeta español preferido. Es maravilloso estar aquí, en la Residencia de Estudiantes. Llevo su obra y la releo constantemente, y me hace mucha ilusión ir a Granada. Sus poemas tienen un tono de leyenda y los míos también. También compartimos historias familiares. Nos sentimos cerca de la tierra. Me gustan los jardines, ver crecer las plantas, estar con los animales. Voy a Irlanda cada mes de marzo, para ver nacer los corderos. Y para ver a mi pareja, Josie Gray.
Su primer marido fue piloto en la guerra de Vietnam. El segundo fue el poeta Michael Burkard.
Fue una idea bonita pero no funcionó en la práctica: Michael era una persona muy hermética y era alcohólico. Cuando conocí a Raymond Carver funcionó en la práctica: estuvimos juntos diez años. Ya no bebía. Estaba decidido a seguir sobrio, aunque se ha dicho que no lo habría conseguido si no me hubiera conocido. Yo tenía algo de dinero, ahorraba, tenía una tarjeta de crédito. Eso ayudó bastante: él se había declarado tres veces en bancarrota, no tenía crédito, vino a la ciudad en autobús, yo tenía coche. Empezamos a vivir juntos el uno de enero de 1979. Lo había conocido en 1977 en un congreso de escritores, llevaba cinco meses sin beber y temblaba. Tenía que marcharse corriendo porque se bebía mucho, y en esa época le aterraba estar cerca de la bebida. A las diez de la noche desaparecía.
¿Se influían el uno al otro?
Teníamos una relación simbiótica. Me dejaba leer algo y yo le explicaba mi opinión. A veces me hacía caso y a veces no. Volvió a escribir poesía. Trabajé con sus poemas para darles más cuerpo, para que no se parase y nadara con la emoción que había empezado. Sus poemas se hicieron más largos. Fue a mi casa y escribió doscientos poemas en una temporada. Se suponía que debía estar escribiendo relatos, porque le habían dado una beca. Los poemas le divertían. Cuando estaba conmigo tenía un maravilloso sentido del humor, siempre nos estábamos riendo.
Muchos poemas de Carver hablan de la felicidad que dan las cosas sencillas.
Era muy doméstico. Temía las invitaciones. En una ocasión dijo: “La próxima vez diremos que nos vamos fuera, y después ¡no nos iremos!”. Así que dijimos que nos íbamos, cerramos las puertas y bajamos las persianas y sólo salimos de noche. Íbamos a pescar, él tenía un barco. Mis hermanos y yo le enseñamos a atrapar salmón. Con él, pescar era una nueva experiencia, porque hacía cosas completamente estúpidas. En el barco era como un crío.
Eran amigos de Richard Ford y Tobias Wolff.
Richard y yo conocimos a Ray a la vez en Dallas. Estaba aprendiendo a hacer amigos de otra manera, como si acabara de nacer. Richard se convirtió parte de nuestras vidas, vivía en otro sitio pero venía a vernos. Tobias trabajaba conmigo en la Universidad de Siracusa, donde yo dirigía el programa de escritura creativa. Venía por casa después de dar clase, y le gustaba el whisky irlandés. Yo siempre tenía un poco y a veces no se marchaba mientras quedara algo en la botella.
Fueron tres de los escritores que pusieron de moda una nueva manera de escribir cuentos.
Fue un renacimiento. El relato nunca había estado tan vivo en los EEUU. Si ahora publicas una colección de cuentos te piden una novela. Ray no escribió ninguna novela, pero los editores esperaban sus relatos ansiosamente. Fue una época muy hermosa para el cuento, aunque en América hay muchísimos escritores que practican el relato. Había una tradición: a Ray le gustaban Flannery O’Connor, James Joyce, Sherwood Anderson. Hemingway y Faulkner fueron influencias tempranas. Y al final adoraba a Chéjov.
Al citarles, se hablaba del minimalismo.
Es un término estúpido, Ray siempre lo detestó. Trabajaba mucho: a veces escribía treinta versiones de un relato. Y aprendió algo más que a quitar cosas: cualquier escritor puede aprender a cortar. Ray aprendió a amplificar. Al principio escribía relatos del tipo “trozo de vida”. Yo los leía y decía: “¿Y qué? No me importa. Haz que me importe”. Desarrolló un nuevo tipo de relato: eso se ve muy bien en “Catedral” (Anagrama, 1990).
Empecé a escribir cuentos después de ayudar a Ray. Los reuní en “The Lover of Horses” (1986). Cuando se publicó, Ray montó una gran fiesta, cerró un reservado en un restaurante, invitó a los amigos y me mandó rosas. Después de su muerte y después de “El puente que cruza la luna”, me apetecía el cuento. Los relatos vienen de escuchar a la gente, tienes que salir de ti mismo. La poesía es más implosiva. Aunque en algunos de los poemas de “Dear Ghosts,” utilizo los mismos métodos que en la ficción.
Ha practicado todos los géneros, pero la poesía es el más importante para usted.
Me ayuda a mantener el control de mi vida, y a tocar las vidas que hay alrededor. “Dear Ghosts,” es un homenaje a todos los que me ayudaron a sobrevivir al cáncer. Aprendí que no puedes estar solo. La gente viene y te protege y aprendes a aceptar la ayuda. La enfermedad acelera tu vinculación con la comunidad, si tienes una y te quiere. Aunque no paré: mientras luchaba con el cáncer cuidaba a mi madre, que padecía Alzheimer, y a una sobrina.
También se encargaba de la gestión del legado de Carver.
Trabajo con dos investigadores, Bill Stull y Maureen Carroll. Cuando salió “Si me necesitas, llámame” (Anagrama, 2001), se me criticó mucho. No sabía qué hacer con esos relatos. Durante 10 años no se los enseñé a nadie. Hablé de ellos con Stull y Carroll. Llamé al editor Jay Woodruff y los transcribió. No estaban totalmente acabados y fue muy difícil decidir. Sabía que si hubiera sido al revés, Ray habría hecho lo mismo: estoy segura de haber obrado bien.
Nos proponen biografías. No hemos encontrado ninguna que nos convenza. Son obras de ficción. Y Ray ya escribió la mejor ficción sobre su vida. Yo publiqué “Soul Barnacles” (2000): no es un libro sentimental sino la historia de dos personas que aman la literatura y que hacen cosas juntas. La historia de amor va por debajo, no es el elemento central.
Uno de los asuntos más difíciles debe ser el de Gordon Lish, que fue editor de Carver hasta “De qué hablamos cuando hablamos de amor” (Anagrama, 1989), y que recortó drásticamente sus textos.
Ray no se reconocía en esos cuentos, pero repudiar el libro le habría causado muchos problemas: acababa de dejar el alcohol, se sentía débil y tenía miedo de meterse en una lucha. Lish había introducido muchos cambios, había hecho los cuentos más abruptos. También quería eliminar el alcohol. Hay una carta en la que Ray rechaza las correcciones. Llamó y le dijo: “No quiero que se publique”. Lish contestó: “Es demasiado tarde, ya está en la imprenta”. No pudo parar el libro, tuvo que participar en una farsa. En el siguiente libro, “Catedral”, Ray exigió a la editorial Knopf que le prometiera que Lish no haría ni una marca en su manuscrito. Ahora queremos publicar el original. Hablamos con Knopf, pero nos dijeron que el canon ya estaba hecho. También podría resultar comprometedor para ellos.
Han pasado casi veinte años desde la muerte de Carver. ¿Cree que continúa siendo un autor influyente?
Sigue siendo el rey. Escribía con mucha claridad y tenía una manera especial de acompañar sus personajes, de estar al mismo nivel que sus protagonistas, en lugar de mirarlos desde arriba, y una forma única de presentar a gente de clase baja, que quizá no sean intelectuales pero que tienen muchas cosas importantes que ofrecer. Incluso cuando estaba vivo había personas que pensaban que no merecía la pena leer sus cuentos, porque no escribía sobre gente que leyera libros o tuviera conversaciones profundas. Pero la humanidad de esos relatos era extraordinaria. Su amor por esa gente y su comprensión de su sufrimiento los acercan hacia nosotros: no podemos abstraernos de su dolor, sufrimos con ellos. Es lo que hace una escritura poderosa: te arrastra a una experiencia en la que no creías que fueras a estar interesado.
Tess Gallagher. El puente que cruza la luna. Traducción de Eduardo Moga. Bartleby. Madrid, 2006. 137 páginas.
Esta entrevista apareció en el suplemento Artes & Letras de Heraldo de Aragón el 3 de mayo de 2007. Fotografía de Philippa Tetley.
13 comentarios
Arrolacy -
Ricardo -
Ricardo -
Me interesé mucho por Carver a partir del año pasado. Vi la versión teatral de Catedral y me fascinó. Ahora leo todo Carver y no puedo dejar de imaginarme la puesta. Jeje... Felicitaciones, Daniel. Tremenda entrevista.
Nere -
Me llamo Nere Basabe, soy becaria de la Residencia de Estudiantes, y amiga de Juan, que ya me prestó en su día alguna cosa tuya para leer (creo recordar que ambos habíamos ganado en su día el premio de los Nuevos de Alfaguara, ¿es así?). Ahora he podido leer tu entrevista con Tess, y te doy mi enhorabuena. Me consta que ella también salió muy satisfecha (¡por fin un entrevistador que había leído su libro!): lo que menos le han gustado son las fotos, jeje. Yo andaba por allí cuando le hiciste la entrevista, aunque no tuve ocasión de conocerte. Soy una grandísima admiradora de Tess, su libro me pareció de lo mejor que he leído en mucho tiempo, y poder conocerla en persona fue un gustazo porque además es una mujer fantástica, generosa y entusiasta. Nos escribimos a veces, me ha contado que te acaba de mandar sus libros de relatos porque estás interesado en traducirlos... ¡qué suerte! Espero seguir teniendo noticias de ese interesante proyecto,
Un abrazo,
Nere.
(nerebasabe@yahoo.es)
Mariano Ibeas -
Magnífico! Esclarecedor!
Mariano Ibeas
d. -
Pat -
Jonás -
Naho Escuin -
Ana -
gracias por el link entonces, no me había dado cuenta:).
mua.
d. -
Ana, linké ayer tu nueva dirección de blogspot, no sé si lo prefieres así. Lo de las publicaciones póstumas es un problema moral, y hay muchos casos distintos; por otra parte los cuentos del libro están bien. Lo mejor para evitar ese problema sería no morirse, claro.
Besos
Ana -
De haber sido ella, yo habría guardado los relatos inéditos de Carver para mí, como un tesoro. Aunque eso se pueda interpretar como un acto de egoísmo mayor que la "dudosa" deferencia de sacarlos a la luz.
En el caso de que entres a mi blog, verás que ahora reza "Fotos del blog 'patatín patatán' " y un nuevo link. me convence más el formato del blog convencional :).
un beso.
xoán abeleira -
Sobre todo, se feliz, porque lembra: ANTES A VIDA.
Xoán.