AVERÍA
Vamos en el Alvia que ha salido de la Estación de Atocha a las 17.15. Yo voy a Zaragoza para votar y acabamos de pasar Guadalajara. A mi lado se sienta una chica alta con minifalda. Antes ha llamado por el móvil y ha dicho que iba a Zaragoza por sorpresa y que casi pierde el tren. Está viendo el documental sobre patos que echan en televisión. Termino el periódico y saco El chico que cayó del cielo (Kaylas), donde Ken Dornstein intenta reconstruir la vida y la obra de su hermano David, que murió en la explosión de un avión en Lockerbie .
En ese momento atraviesa el pasillo uno de los operarios de RENFE. Habla por el móvil, y justo cuando pasa a nuestro lado dice:
-Sí, acabamos de ver una columna de humo que sale del vagón número dos.
La chica se quita los auriculares, pero no decimos nada. El tren se para. A nuestra izquierda hay un edificio prefabricado y a la derecha campos. Hay unos minutos de incertidumbre, y luego se apagan las luces y dicen que hay problema de tensión, que habrá que arreglarlo. Alguien pregunta cuánto tardarán y la azafata contesta que no se sabe: al menos cuarenta minutos.
La chica llama por teléfono y dice que llegará más tarde. Me dice que esto es surrealista y empezamos a hablar. Todos nos hemos puesto nerviosos con lo del humo y hay un cierto alivio de nervios: la mayoría de los pasajeros se van contando la vida unos a otros. Ella me dice que ha estudiado Comunicación Audiovisual, que tiene una rodilla estropeada por sus años de tenista, que va a ver a su novio en Zaragoza.
Por el altavoz dicen que la avería no se puede arreglar, y que van a traer otro tren. La chica llama a su novio, que no se cree lo del accidente, y piensa que ella ha cambiado de idea y al final no quiere verlo. Él se enfada cuando dice que está hablando con su compañero de viaje. Cuando hablan yo releo el diccionario de literatura africana de Félix Romeo. Ella cuelga, dice que tiene sed y le propongo ir a la cafetería. Para llegar atravesamos un vagón lleno de adolescentes de viaje de estudios. En el bar, la chica me cuenta algunos de sus empleos y dice que está terminando el trabajo de un Máster. No debería ir a Zaragoza porque la fecha de entrega se le está echando encima, pero ella y su novio han tenido algunos días de muchas discusiones: ha decidido viajar para arreglar las cosas.
Algunas azafatas se quejan de que la avería ha ocurrido varias veces esta semana. El camarero se lamenta: no puede fumar y no cree que vaya a llegar a Barcelona antes de la una. Un señor dice hay que reclamar, que nos deben devolver todo el dinero. Se queja de que en España se reclama poco. Hay un coche de la guardia civil fuera.
Cuando volvemos, la chica tiene tres llamadas perdidas de su novio. Ha recibido un mensaje, me lo enseña. Dice: “Me parece bien que conozcas gente, pero podrías cogerme el teléfono”. Ella lo llama. Discuten. Él le dice que no piensa ir a recogerla a la estación. Ella le pregunta si quiere coger el tren de vuelta. Creo que ya me sé memoria partes del periódico.
En ese momento llega el nuevo tren. Los operarios colocan una pasarela que va de un tren a otro, y un guardia civil observa desde abajo que todo se realice con normalidad. La chica y yo somos los últimos del vagón. Ella lleva las dos manos ocupadas. Mira al guardia civil y le dice:
-Ni se te ocurra mirarme las bragas.
Yo paso detrás de ella, llegaremos a Zaragoza en una hora.
4 comentarios
Entrenomadas -
llevo buscando un rato el diccionario africano de Félix Romeo y no lo encuentro.
He mirado en mayo y será mi torpeza veraniega pero no lo encuentro. No hay manera. Le doy al buscador y me encuentro con el comentario pero no con el post. ¿Extraño, verdad?
Nos gustaría subirlo a nuestro blog. Please, ¿Where is it?
Un saludo
Julia March
d. -
El diccionario de literatura africana es estupendo. Y la historia del marido que huye es sensacional.
Abrazos
d
Entrenomadas -
Me gustaría hacer algún post sobre el diccionario. Me ha interesado mucho.
Un abrazo
PD: Una vez cruzando el estado de Illinois la policia desalojó nuestro tren diciendo que había una avería muy sería. No era verdad. Buscaban a un hombre que se había largado de su boda llevandose todo el dinero de los regalos(era la cuarta vez que lo hacía)El citado hombre fue nuestro compañero de vagón. Uffff, tu historia me la ha recordado.
Un saludo
Luisa -