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Daniel Gascón

MUERE DONALD WESTLAKE

MUERE DONALD WESTLAKE

 

Ha muerto Donald Westlake.

Westlake tenía 75 años. Escribió más de 100 novelas y numerosos guiones. Firmó algunas de esas obras con su nombre y otras con seudónimos como Richard Stark, Tucker Coe, Samuel Holt y Edwin West. La razón: al principio, los editores no querían publicar más de un libro del mismo autor al año. Westlake  escribió hasta el final. En abril aparecerá su novela "Get Real". Murió mientras iba hacia la cena de Nochevieja en México, donde estaba de vacaciones.

En Backstory 4 (Plot) hay una entrevista con él sobre su relación con el mundo del cine. Decía:

“Hollywood comenzó a comprar mis libros alrededor de 1967, con A quemarropa, que es estupenda. Yo no hice nada en la película. Compraron el libro y lo hicieron a su manera. Eso ha sido lo más común. El filme es más estilizado que el libro, más manierista, mientras que los libros de Richard Stark son muy planos. Se supone que deben ser muy ajustados y sobrios. “Richard” es por Richard Widmarck y El beso de la muerte [Kiss of Death, 1947]; “Stark” significa “austero”, “duro”: así es como quería que fuese el lenguaje. Stephen King ha usado los dos extremos de mi seudónimo. Stephen me dijo que cuando escogió un seudónimo para los libros de Richard Bachean, su agente lo llamó y le dijo: “Necesitamos un nombre ahora mismo…”. Estaba leyendo una novela de Richard Stark y escuchaba Bachman-Turner Overdrive. Así que dijo: “Richard Bachman”. Hace unos años Stephen me contó que estaba escribiendo un libro en el que el seudónimo de un escritor vuelve para perseguirlo. Me preguntó: “¿Te importa que utilice ‘Stark’ si cambio el nombre?”. Y de ahí viene el George Stark de La mitad oscura.

Para mí Stark es más externo. Es difícil hablar de novelas cómicas como si fueran “lo esencial de uno mismo”, pero creo que las novelas cómicas son las que hablan de mí. Están más cerca de cómo funciona mi cabeza.

Cuando escribía mi primera novela cómica –El palomo fugitivo: siempre preferí mi título: “The Dead Nephew” [El sobrino muerto], pero mi editor de Random House no quería que la palabra “muerto” apareciese- le dije a mi agente: “Me está saliendo divertida”. Me dijo: “No lo hagas. No venderás nada fuera, porque la comedia americana no se puede traducir. No ganarás nada con las ediciones en bolsillo. Si el libro es divertido ganarás la mitad de dinero”. Bueno, El palomo fugitivo vendió el doble que mis libros anteriores, se hizo una edición de bolsillo y fue bien en Europa. Y descubrí que disfrutaba”.

(…)

“Muy pocos guionistas me han hablado de la adaptación de mis libros. El primero fue William Goldman [guionista de Un diamante al rojo vivo], que está muy descontento con todo el campo de la escritura cinematográfica. A pesar de eso, o precisamente por eso, creo que es el mejor guionista vivo. Nadie más podría haber hecho una película a partir de Todos los hombres del presidente [All the President’s Men].

Cuando aceptó adaptar Un diamante al rojo vivo, me llamó y dijo: “Quiero invitarte a comer y que me cuentes todo lo que sabes sobre los personajes y no pusiste en el libro”. Pensé: “Qué tipo tan listo”. Pasamos bastante tiempo juntos. Al director [Peter Yates] y a los productores [Hal Landers y Bobby Roberts] no les importaba un carajo, pero Bill me mandaba fragmentos del guión y me preguntaba qué me parecían. Era muy comunicativo.

Eliminó la única parte del libro que imaginé como una escena de película: han robado una locomotora de un circo porque quieren entrar por la fuerza en un manicomio. Es una escena complicada, pero parecía cinematográfica. Bill me explicó por qué no podía usarla y tenía razón. Muy de vez en cuando, porque normalmente no pienso en términos cinematográficos cuando escribo un libro, y porque pienso que cualquiera que lo haga está loco, releo algo que he escrito y digo: “Esa es una escena de película”. Y si vendo los derechos cinematográficos, esa escena jamás se usa”

(…)

“Intenté eliminar mi nombre de A mí… que me registren, pero el Sindicato de Guionistas no me lo permitió. Quería quitar mi nombre, porque El padrastro es muy buena y Los timadores también, y esta película entre las dos es como un ratón muerto. A mí… que me registren está basada en uno de mis libros, y escribí las tres primeras versiones del guión. Era una productora francesa que iba a rodar en Nueva York, porque la historia es muy neoyorquina. En el último minuto recibieron una inyección de dinero americano, y eso obligó a trasladar la película a Los Ángeles, donde un número indeterminado de mecanógrafos de California llevó a cabo varios intentos. Cambiar la ambientación de Nueva York a Los Ángeles exigía escribir y adelgazar los personajes. Después de ver la película que salió, desarrollé una teoría: David Hockney es lo único que ha mejorado por su traslado a Los Ángeles”.

He tomado la foto de Westlake aquí.

 

 

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