JOHN IRVING RECUERDA A UPDIKE
John Irving escribe en Slate sobre John Updike:
Como la mayoría de los hombres de mi edad –soy diez años más joven que John Updike- empecé a leerle por el sexo. Todavía estaba en la escuela preparatoria cuando leí por primera vez Corre, conejo, y en la Universidad cuando leí El centauro. Había terminado en el Taller de escritores de Iowa y tenía mi primer trabajo como profesor cuando leí Parejas, que se publicó en la misma época que mi primera novela, Libertad para los osos. Era uno de esos escritores que me enseñaron: eres un escritor porque puedes escribir bien, no por tu ‘tema’.
Como Margaret Atwood, Updike no tenía miedo –no escribía la misma novela una y otra vez. Vale, estaban las novelas de Rabbit, y las de Bech, y las maravillosas brujas (de Eastwick) volvieron hace poco como viudas. Lo que hacía que el sexo fuera distinto es que era elegante, refinado, y no menos inapropiado, o desagradable, cuando Updike lo quería así. Kurt Vonnegut dijo que hay escritores que, si no hubieran podido ser escritores, estarían en la cárcel. Hay escritores que simplemente no habrían podido ganarse la vida si la escritura no hubiera dado resultados; por ejemplo Vonnegut, y yo. Pero Updike siempre me dio la impresión de que podría haber tenido éxito en cualquier cosa. Era inteligente; no todos los escritores son intelectuales. Yo no lo soy. Él lo era, pero se lo tomaba con buen humor; nunca alardeaba. También era rápido estudiando. Su novela Terrorista fue criticada por la repentina abundancia de expertos en el terror: Updike no entendía esto, o no comprendía correctamente este elemento, o lo que sea. Yo pensé que la novela era un estudio impresionantemente rápido, y perceptivo. Me preocupaban los personajes, algo que muchos intelectuales que escriben ficción no consiguen que suceda.
No éramos amigos. Nos conocimos un poco durante el breve periodo de tiempo en el Massachussets —en Cambridge—y él en Beverly Faros. Cenamos juntos unas veces. Teníamos una correspondencia educada y poco frecuente. Durante un periodo de tiempo –ya no- los fans solían confundirnos. ¿Cómo podía pasar? ¿Porque los dos éramos ‘John’? Era sorprendente, pero recibí numerosas cartas de fans que eran para él, y él recibió cartas de fans que eran para mí, y esto nos daba una excusa para escribirnos el uno al otro, y reenviarnos las cartas equivocadas. Esto ha terminado; no ha ocurrido en cinco o seis años. Quizás era correo que llegaba de un solo pueblo demente o de la misma familia desequilibrada; puede que fuera generacional, y los que pensaban que John Updike era yo y yo era John Updike se han extinguido.
Las cartas empezaban ‘Querido John Irving’; leía un poco y descubría que el corresponsal estaba hablando de una novela de Updike; a él le pasaba igual. Admito que echo de menos esta locura; probablemente no volverá a ocurrir.
¡Mira todo lo que hizo! Las novelas, los relatos, los poemas, los ensayos, la crítica; era productivo, y envidiado. Yo lo leía porque sabía que siempre sería entretenido. Su escritura era vivaz, había una energía constante en el lenguaje, y una alegría –un gran buen humor.
Una vez, cuando vino a cenar, mi hijo mediano, Brendan, estaba en una fase de disfraces: se disfrazaba, hacía voces raras, imitaba acentos, montaba actuaciones extrañas. Updike y yo estábamos cenando cuando Brendan apareció con un kimono; llevaba una vela, y algo que parecía (o era) un micrófono. ‘Buenas noches’, dijo Brendan. ‘Éstas son las noticias en japonés’. Y después empezó una imitación incomprensible de las noticias japonesas; era bastante convicente (creo que Brendan debía tener 8 o 10 años).
Eso fue todo. Brendan se fue, con una reverencia, y seguimos cenando. Hasta entonces, Updike no había visto nunca a Brendan.
Cuando nos despedimos, Updike preguntó: ‘Las noticias en japonés… ¿es acontecimiento regular?’
-No –dije. No sabía qué añadir. Brendan nunca había hecho eso antes; tampoco lo hizo después.
-Bueno, ha sido… especial –dijo Updike.
Lo echaré de menos, y también las cartas de sus fans.”
He tomado la imagen de John Irving aquí.
0 comentarios