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Daniel Gascón

SUICIDIO DE HONOR

SUICIDIO DE HONOR

Ramita Navai escribe desde Turquía:

“Cuando el padre de Elif le dijo que tenía que suicidarse para ahorrarle una condena a prisión por asesinato, ella lo pensó detenidamente. ‘Quería a mi padre tanto, estaba dispuesta a suicidarme por él aunque no había hecho nada malo’, dice Elif, de 18 años. ‘Pero no podía seguir. Amo demasiado la vida’.

Todo lo que había Elif era rechazar la oferta de un matrimonio concertado con un hombre mayor, diciéndoles a sus padres que quería continuar su educación. Ese acto de desobediencia traía, pensaban sus padres, deshonra a toda la familia; era un crimen que se castigaba con la muerte. ‘Conseguí escapar. Cuando iba a la escuela, algunas chicas que conocía fueron asesinadas por sus familias en nombre del honor. Una de ellas sólo había recibido un mensaje de móvil de un chico’, dijo Elif.

Los llamados ‘crímenes de honor’ han alcanzado cifras récord en Turquía. Según las cifras del gobierno, hay más de 200 al año; la mitad de los asesinatos que se cometen en el país. Ahora, en un giro siniestro, llega la urgencia de los ‘suicidios de honor’. Este creciente fenómeno se ha unido a las reformas del código penal turco de 2005. Introducía condenas a cadena perpetua para los que cometían crímenes de honor, mientras que antes podían recibir una sentencia más breve si alegaban provocación. Pronto después de que se aprobara la ley, el número de suicidios de mujeres empezó a dispararse.

Elif ha pasado los últimos ocho meses huyendo, viviendo oculta y con miedo. Sus tíos y otros parientes intentan cazarla, porque el deshonor es visto como una mancha que sólo puede limpiar la muerte. Uno de los refugios de mujeres donde ha estado Elif ha sido asaltado por miembros de su familia armados”.

La imagen, como el artículo, es de The Independent. En ella se ve una familia kurda en la que se ha cometido un crimen de honor.

 

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