STALIN, PUTIN Y LA HISTORIA
Orlando Figes escribe sobre Inside the Stalin Archives: Discovering the New Russia de Jonathan Brent:
“La rehabilitación de Stalin es el elemento más perturbador de la retórica histórica de Putin, y la más poderosa, porque apela a un fuerte anhelo ruso de un “líder fuerte”. Según un informe de 2004, el 42% de los rusos, y el 60% de los que superan los 60 años de edad, quería el regreso de un ‘líder como Stalin’. El régimen de Putin no ha negado los crímenes de Stalin (en varios discursos ha reconocido las víctimas del Gran Terror de 1937 y 1938), pero ha dicho que es necesario colocar frente a ellos los logros de Stalin como el constructor del ‘glorioso pasado soviético’ del país. Forma parte del esfuerzo del país para imponer su narrativa ‘patriótica’ de la historia soviética sobre la conciencia histórica del país y marginalizar la memoria colectiva de la represión estalinistas, quizá para que la gente no cuestione el regreso de un gobierno autoritario.
En un congreso nacional de profesores de instituto que se celebró en junio de 2007 en Moscú, Putin se quejó del ‘desorden y confusión’ que percibía en la enseñanza de la historia soviética y pidió que se introdujeran ‘estándares comunes’ en las escuelas rusas. Entonces se produjo el siguiente debate:
Un participante: En 1990-1991 nos desarmamos ideológicamente. Adoptamos una ideología muy incierta y abstracta de valores humanos… Como si hubiéramos vuelto a la escuela, o a la guardería. Nos decían [desde Occidente]: habéis rechazado el comunismo y estáis construyendo la democracia, y ya juzgaremos cómo y cuándo lo habéis hecho.
Putin: Su observación sobre alguien que asume la postura del profesor y empieza a aleccionarnos es por supuesto absolutamente correcta. Pero me gustaría añadir que esto, indudablemente, también es un instrumento para influir en nuestro país. Es un trujo viejo y probado. Si alguien de fuera se prepara para evaluarnos, significa que se arroga el derecho a controlarnos y quiere seguir haciéndolo.
Participante: En los dos últimos decenios, nuestros jóvenes han sido sujetos a un torrente de la información más diversa sobre nuestro pasado histórico. Esta información [contiene] diferentes estrategias conceptuales, interpretaciones, o juicios de valor, e incluso cronologías. En esas circunstancias, es probable que el maestro…
Putin (interrumpiendo): Oh, escribirá, de acuerdo. Mire, muchos libros de texto están escritos por personas que cobran becas del extranjero. Y naturalmente bailan la polka que les mandan los que les pagan. ¿Comprende? Y desgraciadamente [esos libros] se abren camino a las escuelas y las universidades.
En su último discurso a los profesores de historia, Putin dijo:
Y en lo que respecta algunas páginas problemáticas de nuestra historia: sí, las hemos tenido. ¿Pero qué estado no lo ha hecho? Y hemos tenido menos páginas así que otros [estados]. Y las nuestras no han sido tan terribles como las de los demás. Sí, hemos tenido páginas terribles: recordemos los acontecimientos que empezaron en 1937, no los olvidemos. Pero otros países han tenido otras no menores, o mayores. En cualquier caso, nosotros no lanzamos armas químicas contra nuestro pueblo, ni tiramos en un país pequeño siete veces más bombas que durante toda la Segunda Guerra Mundial, como ocurrió en Vietnam, por ejemplo. Ni tuvimos otras páginas negras, como el nazismo, por ejemplo. En la historia de un estado suceden todo tipo de cosas. Y no podemos permitirnos estar cargados de culpa.
Cuatro días después del congreso, la Duma introdujo una nueva ley, rápidamente aprobada, que permitía al ministerio de Educación decidir qué libros de texto deberían ser publicados y cuáles usados en las escuelas rusas.
El libro de historia que prefirió el gobierno fue muy promocionado por los funcionarios que asistieron al congreso. Más tarde se supo que La Historia de la Rusia Moderna, 1945-2006: Cuaderno del profesor era un encargo directo de la administración presidencial, que había establecido las líneas siguientes, que debían respetar los autores de los libros de texto a la hora de evaluar a los líderes del periodo.
Stalin –bueno (fortaleció el poder vertical pero no había propiedad privada); Jrushchov –malo (debilitó el poder vertical); Brézhnev –bueno (por las mismas razones que Stalin); Gorbachov y Stalin –malos (destruyeron el país, pero con Yeltsin había propiedad privada); Putin –el mejor dirigente (fortaleció el poder vertical y la propiedd privada).
El principal autor del libro de texto es Alexander Filipov, el subdirector de un think-tank de asuntos exteriores estrechamente vinculado con la administración de Putin. Pero el capítulo “Democracia Soberana” era obra de Pavel Danilin, el propagandista de 31 años de Kremlin y editor jefe de www.kremlin.org, un hombre sin una licenciatura de historia o experiencia docente de ningún tipo. Dalin dijo en una entrevista:
Nuestro objetivo es hacer el primer libro de texto en el que la historia de Rusia no parezca una deprimente serie de errores y desgracias sino algo que produzca orgullo. Es precisamente así como deben enseñar historia los profesores, en lugar de manchar la Madre Patria de barro.
Danilin advirtió en su blog (donde usa el seudónimo de Leteha) a los profesores que no estuvieran contentos con la imposición de este mensaje positivo:
Podéis echar bilis pero enseñaréis a los niños con esos libros que se os entregará y de la manera que Rusia lo necesita…. Es imposible dejar que algún rusófobo de mierda (govniuk), o cualquier persona amoral, enseñe historia rusa. Es necesario limpiar la basura, y si no funciona, limpiarla a la fuerza".
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