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Daniel Gascón

HITCHENS: LA RELIGIÓN Y OBAMA

HITCHENS: LA RELIGIÓN Y OBAMA

 

Christopher Hitchens ha escrito:

“Hay una conexión fascinante entre lo que dijo el presidente Barack Obama sobre los velos para las mujeres en su discurso del 4 de junio en El Cairo y el debate sobre los detenidos liberados de Guantánamo que se han encontrado, o encontrado de nuevo, en las filas de los Talibanes y Al-Quaeda. No intentes adivinarla, sigue leyendo, por favor.

Desde que el anterior vicepresidente Dick Cheney sacó el máximo provecho del titular del New York Times del 21 de mayo, utilizando las estadísticas del Departamento de Defensa para sugerir que uno de cada siete graduados de Guantánamo había ‘regresado al terrorismo o la actividad militante’, ha habido una gran discusión sobre si eso es cierto y por qué. ¿Podría ser, por ejemplo, que un inocente que ha pasado por la experiencia de Guantánamo se ‘radicaliza’ y decida unirse a las filas de la yihad por primera vez?

Esta explicación es sin duda inválida para varios de los reincidentes que han sido positivamente identificados: conocemos el pasado y el presente de algunos de esos personajes. En mi propia visita a Guantánamo, me dieron una lista –que sólo contenía 11 nombres, eso sí- de ex militantes talibanes como Abdullah Mehsud, detenido en febrero de 2002 y liberado en marzo de 2004, que más tarde prefirió matarse antes que rendirse a las fuerzas de seguridad pakistaníes. Si es una ofensa para la justicia encerrar a gente que ha podido ser víctima de identificaciones erróneas o vendettas de otras facciones, también es una ofensa para la justicia liberar a asesinos psicópatas que creen que tienen permiso divino para arrojar ácido en las caras de las chicas que quieren ir a la escuela.

Sin embargo, si pensamos que sería posible o probable que un hombre mutase en ese monstruo tras vivir la experiencia de Guantánamo, puedo sugerir una razón. Nada me había preparado para ver cómo las autoridades del campo han permitido que los creyentes más extremos de entre los detenidos fueran los organizadores de la rutina diaria de los prisioneros. Imagina que fueras una persona secular o no fanática, atrapado por error en esa red; aún así, estarías obligado a rezar cinco veces al día (a los guardas no les está permitido interrumpir), a tener un Corán en tu celda, y comer comida preparada según las normas del halal (o sharia). Supongo que podrías pedir abstenerte, pero, en ese caso, no apostaría mucho por tus posibilidades. Los oficiales a cargo estaban tan contentos por esta habilidad para mostrar su extrema amplitud de miras en lo que respecta al Islam que parecían casi heridos cuando les pregunté cómo justificaban el uso del dinero de los contribuyentes para crear una institución dedicada a la práctica ferviente de la versión más extrema de una sola religión. A la enorme lista de razones para cerrar Guantánamo, añade esta: es una madrasa pagada con dinero público.

La misma quasi-masoquista insistencia en tomar la norma como extremo estaba presente en el discurso que pronunció tan suavemente Obama en la capital egipcia. Parte de lo que dijo era bienintencionado y desinformado. Estados Unidos no debería haber derrocado el gobierno electo de Irán en 1953, pero cuando lo hizo, usó mulás y ayatolás sobornados para agitar el sentimiento anticomunista contra un régimen secular. El tratado de Trípoli de 1796 de la administración de John Adams proclamó que Estados Unidos no tenía ningún problema con el Islam como tal (y, aún más importante, que Estados Unidos no era en sí una nación cristiana), pero el tratado no logró que los estados del norte de África invocaran el permiso del Corán para secuestrar y esclavizar a esclavos en alta mar, y por eso Thomas Jefferson se vio más tarde obligado a mandar una flota y los marinos para derribar el comercio. Uno espera que Obama no prefiera a Adams frente a Jefferson en este aspecto.

Cualquier persona con la menor pretensión de conocimiento cultural sabe que no hay un lugar o una cosa que sea ‘el mundo musulmán’ o, más bien, que consiste de muchos lugares y cosas. (El objetivo de los yihadistas es precisamente ponerlo todo bajo un mando preparatorio antes de hacer del Islam la única religión mundial.) Pero Obama no dijo nada sobre el cisma entre los suníes y los chiíes, o sobre el debate del sufismo, o sobre las formas de adoración y práctica ahmadíes e ismaelíes. Todo se concedía a la umma: la noción altamente ideológica de que una persona se define en primer lugar y sobre todo por su adherencia a una religión y que todos los conceptos de ciudadanía y derechos toman una segunda posición con respecto a este dictado teocrático. Nada puede ser más reaccionario.

Toma el único caso en el que nuestro presidente abordó el hecho más conocido del ‘mundo’ islámico: su tendencia a convertir a las mujeres en ciudadanas de segunda categoría. ¡Mencionó esto sólo para decir que ‘los países occidentales’ discriminan a las mujeres musulmanas! ¿Y cómo se impone esta discriminación? Limitando el uso del velo o hiyab (una palabra que Obama pronunció como hayib –imagina el escándalo si lo hubiera hecho Bush). La implicación evidente era un ataque a la ley francesa que prohíbe los símbolos religiosos en escuelas públicas. De hecho, al día siguiente Obama lo expresó de forma aún más explícita en París. Cito un excelente comentario de Karina Bennoune, una profesora de origen argelino-estadounidense, visitante en la Facultad de Leyes de la Universidad de Michigan, que dice:

Acabo de publicar un estudio entre mucha gente de origen musulmán, árabe y norteafricano que apoya la ley de 2004 que prohíbe los símbolos religiosos en escuelas públicas, que consideran un despliegue necesario de la ‘ley de la República’ para contrarrestar la ‘ley de lo hermanos’, una regla informal impuesta antidemocráticamente sobre muchas mujeres y chicas en barrios y en casa por los fundamentalistas.

(Pincha aquí para conocer más trabajos de Bennoune.)

Pero Obama no tenía nada que decir a las mujeres obligadas a vestir según los requisitos de otros, como si el único ‘derecho’ aquí fuera el derecho a obedecer una instrucción que, de hecho, por si importase, no está en el Corán. En Turquía el velo está fuera de la ley en algunos contextos. ¿Eso es también islamofobia? ¿El presidente cree que el velo y el burqa son complementos de moda que se eligen libremente? Esa clase de ingenuidad es preocupante, y significa que entre la audiencia musulmana global, la gente equivocada se estaba riendo de nosotros, y los que deberían ser nuestros amigos y aliados dejaban escapar una lágrima de decepción.”

En la imagen, Hitchens.

 

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