NORMAS
1.
Elmore Leonard propuso estas 10 famosas normas para escribir ficción:
1. Nunca empieces un libro hablando del clima.
Si solo te sirve para crear atmósfera y no es una reacción del personaje al clima, no debes usarlo demasiado. El lector buscará las reacciones del personaje. Hay algunas excepciones, claro. Si te llamas Barry Lopez y conoces más maneras de describir el hielo y la nieve que un esquimal, puedes hablar del clima tanto como te dé la gana.
2. Evita los prólogos.
Pueden resultar molestos, especialmente un prólogo después de una introducción que viene antes de la dedicatoria. Pero en no ficción son muy habituales. En una novela, el prólogo cuenta los antecedentes de la historia, pero no hace falta contarlos al principio, puedes ponerlos donde quieras.
Siempre hay excepciones, claro. ’Dulce jueves’ de John Steinbeck tiene prólogo, pero me parece bien porque es un personaje del libro que deja claras las reglas, que nos explica cómo le gusta que le cuenten las cosas. Lo que hace Steinbeck en ’Dulce jueves’
es titular los capítulos a modo de indicación, aunque algo oscura, de lo que tratan. Hay dos capítulos que titula ‘hooptedoodle’ (palabrería) en los que avisa al lector: ‘Aquí haré vuelos espectaculares con mi escritura, y no se entremezclará con
la historia. Sáltatelos si quieres’.
’Dulce jueves’ se publicó en 1954, cuando yo empezaba a publicar, y nunca olvidaré el prólogo. ¿Leí los capítulos hooptedoodle? Cada palabra.
3. No uses más que el verbo ‘decir’ en el diálogo.
La frase, en el diálogo, pertenece al personaje. El verbo viene a ser el escritor husmeando donde no debería. El verbo ‘decir’ es bastante menos intrusivo que’gruñir’, ‘exclamar’, ‘preguntar’, ‘interrogar’... Una vez leí un ‘ella aseveró’ al final de una frase de un personaje de Mary McCarthy y tuve que parar de leer para buscarlo el diccionario.
4. Nunca uses un adverbio para modificar el verbo ‘decir’.
Usar un adverbio de esta manera (o de casi cualquier manera) es un pecado mortal. El escritor se expone a interrumpir el ritmo de intercambio cuando usa este tipo de palabras. Un personaje cuenta en uno de mis libros cómo solía escribir novelas históricas ‘llenas de violaciones y adverbios’.
5. Controla los signos de exclamación.
Se permiten alrededor de dos o tres exclamaciones por cada 100.000 palabras en prosa. Si tienes el don de Tom Wolfe con ellas, puedes usarlas profusamente.
6. Nunca uses palabras como ‘de repente’ o ‘de pronto’.
Esta regla no requiere ninguna explicación. Me he dado cuenta de que los escritores que usan expresiones como ‘de repente’ suelen tener menos control sobre sus signos de exclamación.
7. Usa términos dialectales muy de vez en cuando.
Si empiezas a llenar la página de diálogo ininteligible, no podrás parar. Observa cómo capta Annie Proulx el sabor del habla de Wyoming.
8. Evita las descripciones demasiado detalladas de los personajes.
Steinbeck las hacía. Pero en ’Colinas como elefantes blancos’, Hemingway usa una única descripción para el personaje de la mujer que acompaña al americano: ‘Se quitó el sombrero y lo dejó en la mesa’. Es la única referencia física en la historia, pero aun así vemos a la pareja y sabemos de ellos por su tono de voz... sin adverbios que los acompañen.
9. No entres en demasiados detalles al describir lugares y cosas.
Si no eres Margaret Atwood, que pinta escenas con el lenguaje o no puedes describir el paisaje como lo hace Jim Harrison, no lo hagas. Incluso si estás dotado para las descripciones, ten en cuenta que el meollo de la historia debe ser la acción, no la descripción.
10. Trata de eliminar todo aquello que el lector tiende a saltarse.
Esta regla se me ocurrió en 1983. Piensa en lo que te saltas cuando lees una novela: largos párrafos de prosa con demasiadas palabras. ¿Qué está haciendo el escritor? Hablar del tiempo, o ha entrado en la mente del personaje y el lector o bien sabe qué es lo que piensa el personaje, o bien no le importa. Me apuesto lo que sea a que no te saltas el diálogo.
Mi regla más importante es una que las engloba a las diez. Si suena como lenguaje escrito, lo vuelvo a escribir. Si la gramática se inmiscuye en la historia, la abandono. No puedo permitir que lo que aprendí en clase de redacción altere el sonido y el ritmo de la narración. Es mi intento de permanecer invisible, no distraer al lector de lo que es escritura obvia (Joseph Conrad habló una vez de las palabras que se inmiscuyen en lo que quieres contar). Si escribo una escena, siempre desde el punto de vista de un personaje (el que me da la mejor visión de la vida en esa escena en particular) puedo concentrarme en las voces de los personajes contando quiénes son y cómo se sienten, qué ven y qué sucede. Así es como desaparezco de la escena”.
Aquí, varios escritores proponen las suyas. Richard Ford, por ejemplo, dice: “No tengas hijos”. Colm Tóibín: “No vayas a Londres”. Zadie Smith recomienda: “No escribas en un ordenador que esté conectado a internet”.
2.
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octavio -
fundamental
abrazos
o.