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Daniel Gascón

Entresuelo

KOESTLER

Michael Scammell ha dedicado 20 años a escribir la estupenda biografía ‘Arthur Koestler. The Literary and Political Odyssey of a Twentieth-Century Skeptic’. Koestler (Budapest, 1905-Londres, 1983) no fue un escéptico, sino un entusiasta que tuvo una vida apasionante. Se definió como un “Casanova de las causas” y era tan contradictorio que presumía de su complejo de inferioridad. Abrazó el sionismo muy joven y fue un periodista famoso en Berlín y París. Convertido al comunismo, realizó un viaje por la URSS donde coincidió con Langston Hughes. Estuvo en la guerra civil española: el bando franquista lo condenó a muerte y se libró gracias a una de las primeras campañas de derechos humanos. En Francia estuvo en un campo de concentración; salió enrolándose en la Legión Extranjera. Denunció los campos de exterminio nazis cuando pocos creían en ellos. Las noticias de las víctimas de Stalin le revelaron la mentira del comunismo, y se convirtió en su crítico más feroz y articulado: su argumento esencial es que el fin no justifica los medios. Su novela ‘El cero y el infinito’, sus ensayos y textos autobiográficos son clásicos de la literatura antitotalitaria. En la guerra fría, fue uno de los nombres más destacados del Congreso por la Libertad Cultural y luchó contra la pena de muerte. Fue amigo de Camus, Orwell, Timothy Leary y Schulberg, y amante de cientos de mujeres (entre ellas Simone de Beauvoir). “Como cualquier hombre que habla de ética todo el tiempo”, dijo Connolly, “no puedes dejar a tu mujer con él ni media hora”. Scammell refuta una acusación de violación. Pasó de una pasión juvenil por la ciencia a una fascinación senil por el esoterismo, que lo llevó a donar dinero para una cátedra de Parapsicología. Enfermo de leucemia, se suicidó junto a su tercera mujer, Cynthia, que estaba bien de salud. Debate prepara una reedición de dos de sus mejores libros: los volúmenes de memorias ‘Flecha en el azul’ y ‘La escritura invisible’.

Este texto apareció en Artes & Letras el 8 de octubre. Sobre la biografía han escrito Hitchens, Anne Applebaum y Louis Menand. En la imagen, Koestler.

ELOGIOS

A diferencia de las fajas habituales, las fajas literarias no se usan para adelgazar, sino para engordar. En las fajas, como en las contraportadas, se pueden leer elogios de un escritor célebre, un crítico o un medio que parezca respetable. A veces es una sola palabra; en otras ocasiones tienen aire de receta: “Un poco de Woodehouse, unas gotas de Proust”. Esas breves notas publicitarias se llaman “blurb” en inglés. El término fue acuñado por el humorista estadounidense Gelett Burgess, que definía “blurb” como “un elogio extravagante; un testimonio inspirado”. Los escritores ceden sus frases por admiración, compromiso, amistad o negocio. Los elogios anticipados a la versión en inglés de ‘La vida entera’ de David Grossmann han provocado una tormenta de burlas. El de Nicole Krauss -que ha publicado en castellano ‘La historia del amor’- comenzaba: “Muy raramente, algunas veces en la vida, abres un libro y cuando vuelves a cerrarlo nada puede ser lo mismo”. Se trataba, quizá, del “escritor de más talento que he leído nunca”. Paul Auster decía: “Flaubert creó a su Emma, Tolstói hizo a su Anna, y ahora tenemos la Ora de Grossmann”. ‘The Guardian’ lanzó un concurso entre sus lectores, para ver quién podía superar esos elogios aplicándolos a ‘El código Da Vinci’. Entre mis preferidos: “Enterré un ejemplar de este libro en el ataúd de mi padre y se levantó de entre los muertos. Las lágrimas de alegría extática que soltaba cuando lo leí en voz alta curaron las cataratas de mi abuela. Mi eccema crónico desapareció cuando terminé el primer capítulo”. A veces sale mal: en un episodio vergonzoso, Random House renunció a publicar ‘La joya de Medina’ (Ediciones B), de Sherry Jones, porque la profesora a la que habían enviado el libro para que escribiera un elogio dijo que podía provocar las iras de los fanáticos islamistas.

Este texto apareció el 23 de septiembre en Artes & Letras. He tomado la imagen aquí.