ELOGIOS
A diferencia de las fajas habituales, las fajas literarias no se usan para adelgazar, sino para engordar. En las fajas, como en las contraportadas, se pueden leer elogios de un escritor célebre, un crítico o un medio que parezca respetable. A veces es una sola palabra; en otras ocasiones tienen aire de receta: “Un poco de Woodehouse, unas gotas de Proust”. Esas breves notas publicitarias se llaman “blurb” en inglés. El término fue acuñado por el humorista estadounidense Gelett Burgess, que definía “blurb” como “un elogio extravagante; un testimonio inspirado”. Los escritores ceden sus frases por admiración, compromiso, amistad o negocio. Los elogios anticipados a la versión en inglés de ‘La vida entera’ de David Grossmann han provocado una tormenta de burlas. El de Nicole Krauss -que ha publicado en castellano ‘La historia del amor’- comenzaba: “Muy raramente, algunas veces en la vida, abres un libro y cuando vuelves a cerrarlo nada puede ser lo mismo”. Se trataba, quizá, del “escritor de más talento que he leído nunca”. Paul Auster decía: “Flaubert creó a su Emma, Tolstói hizo a su Anna, y ahora tenemos la Ora de Grossmann”. ‘The Guardian’ lanzó un concurso entre sus lectores, para ver quién podía superar esos elogios aplicándolos a ‘El código Da Vinci’. Entre mis preferidos: “Enterré un ejemplar de este libro en el ataúd de mi padre y se levantó de entre los muertos. Las lágrimas de alegría extática que soltaba cuando lo leí en voz alta curaron las cataratas de mi abuela. Mi eccema crónico desapareció cuando terminé el primer capítulo”. A veces sale mal: en un episodio vergonzoso, Random House renunció a publicar ‘La joya de Medina’ (Ediciones B), de Sherry Jones, porque la profesora a la que habían enviado el libro para que escribiera un elogio dijo que podía provocar las iras de los fanáticos islamistas.
Este texto apareció el 23 de septiembre en Artes & Letras. He tomado la imagen aquí.
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