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Daniel Gascón

ESPERANDO A DON QUIJOTE

ESPERANDO A DON QUIJOTE

 

Zaragoza es la ciudad más aludida en el ‘Quijote’; casi la mitad de los capítulos de la segunda parte y algo menos de un tercio del total de la novela transcurren en Aragón. En ‘Sin poner los pies en Zaragoza’ (Rolde de Estudios Aragoneses, 2009) Antonio Pérez Lasheras (Jaca, 1959) analiza la relación fascinante y enigmática entre Aragón y la novela de Cervantes. El libro es una ventana excelente para observar los aspectos más generales, misteriosos y modernos del ‘Quijote’.

Pérez Lasheras estudia la temporalidad y la publicación del ‘Quijote’, señala las diferencias entre las dos partes y repasa la conmemoración del tercer y cuarto centenario; sorprende que no mencione los esfuerzos de 'Heraldo'. La vinculación de Cervantes con Aragón resulta escasa si la comparamos con la presencia del territorio en la novela: al final de la primera parte (1605) se apunta que “es fama” que don Quijote realizó otra salida para participar en las justas que se celebraban en Zaragoza el día de San Jorge. En la segunda parte (1615) don Quijote se dirige hacia allí. Pasa mucho tiempo en Aragón pero nunca llega a Zaragoza: en el capítulo 59 se entera de que ha aparecido una segunda parte de sus aventuras, donde se cuenta su visita a la ciudad, y decide: “no pondré los pies en Zaragoza y así sacaré a la plaza del mundo la mentira dese historiador moderno”.

Cervantes convierte la continuación espuria de su novela -que había aparecido en 1614, firmada por Alonso Fernández de Avellaneda y transcurre en buena medida en Aragón y en Zaragoza- en un elemento de la trama del ‘Quijote’. Ese tipo de continuaciones no era infrecuente en el Siglo de Oro; lo extraordinario es “la violencia con que reaccionaron los autores”. Tanto Cervantes como don Quijote señalan a Avellaneda como aragonés, y Pérez Lasheras apunta que el alcalaíno sabía más sobre su identidad de lo que dice. Se han propuesto decenas de nombres: desde Mateo Alemán hasta los Argensola, pasando por fray Luis de Aliaga e incluso el Greco. A menudo se ha relacionado con el círculo de Lope de Vega. Una de las teorías más sugerentes, apuntada por Martín de Riquer y  Alfonso Martín Jiménez, propone como autor al aragonés Jerónimo de Pasamonte, que combatió en Lepanto y fue prisionero de los turcos, escribió una autobiografía y se habría visto caricaturizado en el personaje de Ginés de Pasamonte, el galeote que don Quijote libera en la primera parte. En la segunda parte el personaje reaparece disfrazado del titiritero Maese Pedro, que representa una escena ambientada en Sansueña (Zaragoza).

Pérez Lasheras resume y examina las teorías con rigor y acierto, y reprocha algunas inexactitudes a José-Carlos Mainer y Menéndez Pidal. Habla del éxito inicial del ‘Quijote’ y de cómo se ha leído a lo largo del tiempo. La novela sentó mal en Aragón, donde algunos vieron en el retrato de los duques una crítica a la nobleza aragonesa. Esa sensación y la interpretación cómica del ‘Quijote’ estarían entre las razones del silencio de Gracián sobre la novela.

El ensayo termina con un hermoso texto sobre el sintagma “montañas de Jaca”, que aparece en la segunda parte, como expresión casi arquetípica del frío y las cumbres. Rastrea el uso legal del término –la jurisdicción de “Jaca y sus montañas” se creó en el siglo XIII para combatir el contrabando-, su primera aparición literaria en el ‘Cancionero general’ de 1511 y sobre todo un romance, del que existen varias versiones, que figura en el ‘Entremés de los romances’, uno de los textos seminales del ‘Quijote’.           

Pérez Lasheras también ha publicado ‘Piedras preciosas... Otros aspectos de la poesía de Góngora’ (Universidad de Granada, 2009), un ensayo iluminador que estudia las formas de editar y leer la obra del cordobés, la idea de lo burlesco y la sátira en su obra y la de sus contemporáneos, y la conciencia poética de Góngora, que lo alejó del autobiografismo petrarquista y provocó una de las polémicas más intensas de la literatura española: a veces “la visión más acertada de la innovación gongorina” proviene de sus detractores; “en sus miedos, recelos y anatemas contra la herejía de la osadía gongorina se encierran –exageradamente, eso sí- las formulaciones más modernas, más ‘vanguardistas’ de su estética”.

Antonio Pérez Lasheras. Sin poner los pies en Zaragoza (algo más sobre el Quijote y Aragón). Rolde de Estudios Aragoneses, Zaragoza, 2009. 194 páginas.

Antonio Pérez Lasheras. Piedras preciosas... Otros aspectos de la poesía de Góngora. Universidad de Granada, Granada, 2009. 243 páginas.

Esta reseña apareció en ’Artes & Letras’ el 26 de noviembre. La ilustración es de David Guirao.

 

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