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Daniel Gascón

EL TERCER VIAJE DE FRANK BASCOMBE

EL TERCER VIAJE DE FRANK BASCOMBE

 

“Acción de Gracias” (Anagrama, 2008) es la tercera parte de una trilogía, después de “El periodista deportivo” (Anagrama, 1990) y “El Día de la Independencia” (Anagrama, 1997). Richard Ford (Jackson, Mississippi, 1944) cuenta las andanzas de Frank Bascombe, un hombre meditabundo y marcado por la muerte de su hijo, que deja la literatura para convertirse en periodista deportivo y, más tarde, en agente inmobiliario. Pero sobre todo cuenta lo que le pasa por la cabeza a Frank: su gusto por la vida tranquila, y su tendencia a dudar, divagar y generalizar, su manera de relacionarse con los que le rodean y su forma resignada de protegerse de la fatalidad.

“Acción de Gracias” es un libro lento, que alterna páginas llenas de descripciones y reflexiones con ráfagas de humor y violencia. Aunque regresa al pasado algunas veces, transcurre a lo largo de tres días de noviembre de 2000, mientras Frank prepara una comida familiar y se produce el recuento de las elecciones presidenciales en Florida: tiene 55 años y vende casas en Nueva Jersey; está tratándose un cáncer de próstata; su segunda mujer lo ha dejado; su empresa va bien pero su empleado, un budista tibetano, quiere montar su propio negocio; su hijo Paul sale con una chica manca y su hija Clarissa acaba de cambiar a su novia por un hombre de la edad de Frank.

Bascombe conduce entre las poblaciones de la costa de Nueva Jersey. Es un paisaje que le recuerda su vida pasada, lleno de conocidos, antiguas novias y casas que ha vendido, y donde la muerte parece estar más cerca que nunca. El cementerio es uno de los escenarios de la novela, Frank está enfermo y su primera mujer se ha quedado viuda. Otras veces, la amenaza llega desde fuera: Bascombe lee la crónica de un asesinato en una escuela; se entera de que ha habido una explosión en un hospital; se pelea y más tarde se encuentra en medio de un tiroteo. Frank medita sobre su vida y las tragedias íntimas de los demás, pero también se pregunta cómo nos verán las generaciones posteriores. Las catástrofes que le amenazan funcionan alegóricamente: la manera de vivir de su país también está expuesta al desastre.

Frank es un personaje impertinente, a veces antipático, y una de las grandes invenciones de Ford. Nos acostumbramos a su forma de mirar, a su manera de ocultar el dolor y la trascendencia, de espiar las frases y las reacciones de los demás. Ese filtro desdibuja la acción y esconde la trama: aunque parece que no pasa casi nada, hay acontecimientos inverosímiles y episodios superfluos: una petición de matrimonio de una ex mujer, un reencuentro con una ex novia que no lo reconoce, la huida de su segunda mujer. A veces Ford describe las cosas con demasiado detalle. Explica minuciosamente las fluctuaciones del mercado inmobiliario de Nueva Jersey, aunque algunas de las ciudades sean reales y otras inventadas. Esa exhaustividad da un aspecto de fabricación al relato: se parece más a lo que escribiría un reportero que a lo que pensaría un comercial inmobiliario. Pero “Acción de Gracias” también tiene muchas observaciones emocionantes y perspicaces sobre las cosas que importan y nuestro miedo a perderlas.

Richard Ford. Acción de Gracias. Traducción de Benito Gómez Ibáñez. Anagrama, 2008. 731 páginas.

Esta reseña apareció en Artes & Letras el 5 de junio. En la imagen, Asbury Park, en Nueva Jersey, uno de los escenarios de la novela.

1 comentario

Francisco Sianes -

Desde hace semanas, mantengo una relación intermitente con "El día de la independencia". A veces, la minuciosidad de Ford me encandila; otras, me fatiga. Algo que me sucede con buena parte de la narrativa norteamericana que he leído. La obra de Ford coquetea, al mismo tiempo, con la epifanía y el acta notarial. Le recomiendo -si no la ha leído- "Vía revolucionaria" de Richard Yates, que tiene casi todas las virtudes de Ford y casi ninguno de sus defectos. Me gusta su blog; intentaré visitarlo con más tiempo.

Un cordial saludo.