LAS PALABRAS Y LAS COSAS
El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero es un gobierno obsesionado por la semiótica. Desde que ganó las elecciones hace cuatro meses, Zapatero parece más preocupado por los signos, las palabras y la propaganda que por los hechos.
Al principio el nuevo Gobierno dio muchos titulares: por primera vez, había más mujeres que hombres, una mujer estaría al frente del Ministerio de Defensa y habría un Ministerio de Igualdad. Se mantenían los pilares del Gobierno anterior –Fernández de la Vega, Solbes y un reticente Rubalcaba-, pero el nuevo equipo era menos contundente que el del Gobierno anterior. Los nuevos ministros parecían más próximos a Zapatero y tenían menos experiencia política, gestora y a veces de la materia que administraban. Zapatero eliminó a Cristina Narbona y rebajó de categoría el ministerio de medio ambiente, aunque el área parecía uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo; mantuvo, con un gesto de arrogancia, a Magdalena Álvarez en Fomento; recompensó a Miguel Sebastián por una campaña por la alcaldía de Madrid en la que había hecho el ridículo. Separó la educación media de la universitaria: es un modelo que ha ido mal en el Reino Unido, que aleja a Mercedes Cabrera del mundo que conocía, y convierte la enseñanza en la escuela y el instituto en un problema asistencial y no educativo. Daba la sensación de que era un Gobierno más vinculado a Zapatero, con menos peso político, y con más fotogenia.
La imagen más potente fue sin duda la de Carme Chacón al frente del Ministerio de Defensa: una mujer embarazada y catalana pasando revista a las tropas, antes de realizar visitas demagógicas a las tropas españolas en el extranjero en los últimos meses de gestación. Otra de las apuestas de este Gobierno es el Ministerio de Igualdad: un ministerio de un concepto, como ha dicho Arcadi Espada, principalmente decorativo –tiene un presupuesto de 43 millones de euros- pero que también es una marca. Al frente de la institución se encuentra Bibiana Aído, una mujer joven del partido que ha confesado sus virtudes (“soy una persona muy trabajadora, comprometida, responsable y además soy muy amiga de mis amigos”) aunque admite algunos defectos (“soy más testaruda de lo deseable y quizá también tengo un nivel de autoexigencia demasiado elevado”) y asegura que todos los días se reserva un rato para “pensar”. Aído sabe dar titulares y crear polémica: pidió un teléfono de asistencia para el maltratador, y luego matizó que era para los hombres, criminalizando tranquilamente a la mitad de la población. Cuando criticó la represión de las mujeres en el Islam o la cultura maya Fernández de la Vega salió a corregirla, aunque las críticas a Aído por intervenciones mucho más desafortunadas se habían calificado de machistas y retrógadas.
El ministerio parece dedicarse a la igualdad en cuestiones de género (aunque existan otros tipos de desigualdad), pero se distrae en asuntos gratuitos, que no benefician la causa de la mujer. A veces da la sensación de que Zapatero y sus defensores utilizan a algunas de sus nuevas ministras, y a la violencia de género y sus víctimas, como escudos humanos que los blindan ante la crítica. En la polémica de los miembros y las miembras, donde la ministra reveló primero su ignorancia gramatical y después su cinismo al atribuir su error a una expresión latinoamericana (?), hubo análisis tan disparatados como el de Adolfo García Ortega, que decía que el error era bueno porque la palabra "miembro" era mala: "Los malos tratos, la violencia sexista, la pederastia (casi exclusivamente como una aberración masculina) y la explotación sexual y laboral de la mujer, además de la sutil desigualdad doméstica que pasa por "normal", tienen como sustrato esa identificación psicoanalítica con la condición epicena del miembro".
El Gobierno decretó una cesión temporal de agua del Ebro a Barcelona. Como la palabra trasvase estaba mal vista, se hablaba de transferencia, captación, traslado o aportación puntual de agua hasta conducción de caudales, de interconexión temporal de cuencas hídricas o conexión de sistemas dentro de la misma demarcación hidrográfica. En el 37º Congreso Federal del PSOE se rechazan los trasvases, pero se aceptan “aquellas transferencias del recurso [el agua], a través de las infraestructuras hidráulicas necesarias, para que sean medioambientalmente sostenibles y socialmente aceptadas”.
En la campaña electoral, Zapatero defendió los derechos y la dignidad de los inmigrantes frente al discurso xenófobo del PP. Me ha sorprendido que los socialistas españoles hayan apoyado la directiva europea sobre inmigración, que prevé un tiempo de hasta 18 meses de detención para los inmigrantes ilegales. Para defenderse, Zapatero ha dicho que quienes la critican no saben nada, porque es muy buena: algunos países tenían leyes todavía más duras. Entre los que la critican hay muchas personas de su partido, y muchos de sus votantes. Pero Zapatero dijo otra cosa más: en cualquier caso, no hay que preocuparse, porque en España no se aplicará, ya que nuestra legislación es más progresista. Es decir: tenemos que alegrarnos porque la directiva es estupenda y tenemos que alegrarnos aún más porque aquí no se va a aplicar.
El PSOE ganó las elecciones diciendo que no había crisis. Los analistas aseguran que el primer debate entre Pizarro y Solbes fue decisivo. Yo no creo que el Gobierno tenga la culpa de la mala situación económica. Pero ya ha tenido que reconocer muchas veces que había sido demasiado optimista, y ha empleado muchos eufemismos para no hablar de crisis: “las cosas van menos bien”, la hermosa “desaceleración acelerada”, e incluso, que “es opinable”. Hace un par de días era noticia que Zapatero mencionase la crisis ante la insistencia de los periodistas: “como ustedes quieren que diga”, dijo. Creo que es una actitud poco inteligente: al no reconocer las dificultades y decir que las cosas son opinables, cada vez que llega un dato económico negativo el Gobierno da una sensación de engaño o ineficacia. En lugar de reducir la alarma, la aumenta.
Estos meses el Gobierno ha producido una impresión de inmovilidad. Ha legislado poco y ha dado pocas noticias. Como si estuviera quieto en la mata mientras la lucha interna del Partido Popular acaparaba las portadas. Zapatero ha estado especialmente desaparecido y altivo. Hace 10 días tuvo suerte de que la liberación de Ingrid Betancourt acallase un poco el eco de una intervención decepcionante en el Congreso de los Diputados. El PSOE tiene difícil pactar en esta legislatura, las últimas encuestas no le han ido bien (hace un mes Rajoy ganaba a Zapatero en popularidad; no es un chiste) y se enfrenta a una coyuntura complicada: por una parte, una crisis económica; por otra, supuestamente el PP va a girar hacia el centro. El PSOE ha decidido que no puede permitirlo. El otro día en el Congreso de los Diputados Zapatero no planteó muchas soluciones, pero habló de las políticas económicas de derechas y de izquierdas.
El fin semana pasado se celebró el Congreso del partido en el que Zapatero ha dado una sensación de autoridad. Según el blog de Bibiana Aído, fue “el congreso de las IDEAS, una hermosa palabra que es además un acróstico de cinco conceptos que son premisas para nosotros: I, de igualdad; D, de derechos; E, de ecología; A, de acción; y S, de solidaridad” (las negritas son suyas; IDEAS es el nombre del think tank que dirigirá Jesús Caldera; esto tampoco es un chiste). El PSOE ha hablado de reformas sociales: de concederles el voto a los inmigrantes en las elecciones municipales; de modificar la ley del aborto; de avanzar hacia la laicidad del Estado. Zapatero asumió esas propuestas como compromisos de Gobierno, aunque, como ha escrito Soledad Gallego-Díaz, "se suponía que el único compromiso de un Gobierno era el programa con el que se había presentado a unas elecciones y que los acuerdos de los congresos políticos a veces se incorporaban a esos programas, y a veces, no".
Por otro lado, todas estas propuestas existían anteriormente: el PSOE las había guardado en un cajón. El voto de los inmigrantes estaba aprobado desde 2006; en 2004 el PSOE hablaba de la ley de plazos del aborto en su programa electoral, pero la retiró del de 2008 por falta de "demanda social"; el Gobierno de Zapatero le ha sido muchas concesiones a la iglesia, y hace sólo unas semanas el PSOE votó contra una propuesta de Izquierda Unida que apostaba por eliminar los símbolos religiosos en las tomas de posesión. Yo creo que lo mejor de la legislatura pasada fue la Ley del matrimonio homosexual, y me gustan esas reformas que están a favor de los derechos de los individuos y de la libertad, o de la separación de la iglesia y el estado. Pero creo que deberían ser asuntos esenciales y no maniobras de distracción o fuegos de artificio.
He tomado aquí esta foto.
5 comentarios
Rocío -
Aunque estoy de acuerdo contigo (permíteme el tuteo), creo que no deberíamos sorprendernos de nada. Aceptado el capitalismo como trasfondo, todo lo demás es lógico. La pena es que ninguna organización se rebele contra el liberalismo voraz en que estamos instalados. Ganó el PSOE, ganará el PP, y seguiremos moviéndonos entre estos dos lagos -que no mares-, un poco diferentes pero nutridos con las mismas aguas.
Falta la rebeldía, la bondad, el coraje y la empatía. Y eso no tiene remedio porque es la condición humana. Sólo podemos actuar en nuestro pequeño ámbito para conseguir despertar conciencias que luego moldeará la vida y las necesidades a su antojo.
Un saludo. Me gusta tu blog.
Rocío.
anonimo -
Luisa -
Ya te digo, la semiótica del markéting.
Aunque, lo siento: la tramoya está demasiado visible. Por eso la magia no está funcionando.
Pepe Cerdá -
Lo firmo punto por punto.
Estas cada día más sembrao.
Tu amigo y admirador: Pepe Cerdá
Mamen -
¿Y qué me dices del Ministerio de Educación, Política social y Deporte todo junto?
Tanto la educación como todo lo que sean asuntos de política social,son importantes por ellos mismos. Lo mínimo a reclamar sería que hubieran considerado un Ministerio para cada uno, por un lado educación y por otro asustos sociales. Digo.
Un saludo.