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Daniel Gascón

LA DESAPARICIÓN DE LAS LENGUAS

 

 

Escribe Roy F. Baumeister:

 “La mayoría de siete mil lenguas del mundo habrán dejado de hablarse a finales de este siglo. ¿Y qué? ¿Hay que quejarse, resistir, o decir ‘¡Qué bien!’? Este post ha sido estimulado por un artículo de la revista The Economist sobre la extinción de las lenguas. Señala que 200 idiomas africanos han muerto recientemente y otros 300 están en peligro. En el sudeste de Asia, otros 145 están a punto de desaparecer. Y así sucesivamente.

Cualquier pérdida puede parecer amenazadora, y por eso la reacción automática a las advertencias acerca de los idiomas es el impulso de conservarlos. El artículo de The Economist publicó un editorial, por ejemplo, que decía que la aceleración en la tasa de extinción de lenguas es ‘alarmante’.

Pero ¿de qué hay que alarmarse? La desaparición de una lengua no es como, digamos, un fracaso de una cosecha local, que augura la inanición. En otras palabras, si alguna lengua poco conocida deja de hablarse, no es como si millones o incluso decenas de personas se vuelvan incapaces de hablar. Lo único que significa es que la gente que ha hablado esa lengua hablará una lengua distinta.

Me resulta fácil comprender la alarma acerca de los excesos de la pesca y la extinción de especies de peces. La desaparición de las variedades de peces está vinculada a la desaparición de los peces, y punto. Se nos habla del peligro real de que las generaciones futuras no puedan encontrar, ver, disfrutar, o comer pescado.
Pero no hay peligro de que vayamos a terminar con cero idiomas.

Voy a hacer de abogado del diablo. Tal vez deberíamos celebrar la desaparición de las lenguas poco conocida. ¿No sería algo considerablemente positivo que todo el mundo hablara el mismo idioma? Imagínese lo fácil que sería comunicarse con los demás.

No soy el único que ve la diversidad lingüística como algo más problemático que beneficioso. Un precedente ilustre de este punto de vista es la Biblia, que describe la aparición de varios idiomas como un castigo de Dios contra sus criaturas. En ese mito, la vida era mejor para todos cuando todos hablaban el mismo idioma. La creación de la diversidad lingüística era una maldición y castigo que se nos imponía, para que no pudiéramos entendernos.

Para los estadounidenses, apreciar el valor de un lenguaje universal puede resultar especialmente difícil, porque, gracias a una enorme variedad de golpes de suerte, gran parte del mundo ahora habla inglés. Los estadounidenses pueden viajar casi a cualquier lugar sin pasar seis meses aprendiendo el idioma local. Se puede confiar en que cuando lleguen allí serán capaces de comunicarse, porque siempre habrá alguien que hable inglés. Pero esto es un poco grosero por nuestra parte. En efecto, esperamos que el resto del mundo aprenda nuestro idioma para no aprender el suyo. Conseguimos los beneficios de un idioma mundial por tener la suerte de haber nacido en el país cuyo idioma materno es un idioma mundial. Sería considerado querer que los beneficios se extendieran al resto del mundo.

Permítanme un comentario sobre el artículo de The Economist, porque creo que es bastante típico de cómo los medios de comunicación y el mundo académico han tratado el tema. Parece suponer que la desaparición de las lenguas es algo malo, aunque no presenta con detalle el daño real que produce. De hecho, y esto aumenta el crédito de la revista, el artículo reconoce que ‘un montón de idiomas -entre ellos, el acadio, el etrusco, el tangut y el chibchas- han seguido el camino del dodó, sin causar muchos problemas a la posteridad’. Pero luego continúa el tono alarmista.

Hacia el final, el artículo dice que hay aparentemente ‘sólidos argumentos’ a favor de la diversidad lingüística. Como ejemplos, hay tres. Si estos son los argumentos fuertes, yo no sé cuáles serían los débiles.

Primer argumento: la afirmación de que los niños políglotas obtienen mejores resultados que los monolingües. ¿Merece la pena gastar miles de millones de millones de dólares en un esfuerzo inútil para mantener vivas lenguas casi desconocidas? Incluso si los datos son correctos en los niños -y me imagino que en ellos puede causar errores que se estudien niños más listos o con padres más sofisticados-, el mundo sólo necesita dos o tres idiomas, y no siete mil. De hecho, puedo imaginar un futuro con dos o tres idiomas en el mundo, como por ejemplo el inglés y el chino (mandarín), y todos los niños aprenderían ambos. Por lo tanto todo el mundo hablaría más de una lengua. Deshacerse de las otras lenguas sólo facilitaría este proceso.

Segundo argumento: rechaza el argumento de que una lengua común ayuda a evitar la guerra, citando ejemplos de Ruanda, Bosnia y Vietnam. Citar contraejemplos no es un sustituto para las estadísticas. ¿Se han librado más guerras entre los grupos que comparten una lengua que entre los grupos de diferentes idiomas? Además, incluso si el lenguaje es irrelevante para la guerra, ¿y qué? Ese no es el argumento para tener un idioma común.

El tercer argumento es aún más absurdo. El artículo señala que hace poco se descubrió que una tortuga australiana tiene dos variedades, y que en una lengua local había dos palabras diferentes para los dos tipos. No veo la forma en que eso es pertinente para nada. Es bastante fácil hacer una palabra nueva para el nuevo tipo de tortuga, no se necesita una lengua aparte. El argumento que vincula la preservación de las lenguas a la ‘protección de especies en peligro de extinción’ es totalmente ilógico.

El propósito del lenguaje es la comunicación. La comunicación requiere la comprensión mutua. Una lengua sólo funciona si el hablante y el oyente la entienden. Esa condición compartida es la esencia del lenguaje. Cuantas más personas comparten un idioma, más eficaz es. Por lo tanto un lenguaje mundial único facilita la comunicación.

Hay quienes se interesan por el idioma, y yo soy uno de ellos. Poner esa preocupación en práctica mediante la preservación de las lenguas muertas a través de un soporte vital tecnológicamente implementado es de dudoso valor. En cambio, debemos trabajar para conservar la eficacia comunicativa del lenguaje. Esto significa respetar la gramática, la sintaxis, el estilo de escritura y otros sellos distintivos de un lenguaje fuerte y útil, que contribuyen a la claridad y la precisión de la comunicación”.

He tomado el mapa de las lenguas en peligro aquí.

 

6 comentarios

Anna -

Estoy con Haller.

Haller -

Ya hablo alemán, y el ejemplo lo puse porque es lo que controlo. No voy a poner un ejemplo del chino, que no lo conozco. Supongo que con lo del "ser-en-si" se refiere a mi ejemplo del "Dasein", que si le interesa se suele traducir por "Ser-ahí" o simplemente "Ser", no "ser-en-si". Resta decir que es una traducción hecha al tun tun, par salir del paso, porque en español no se recoge la riqueza de ese concepto. Pero solo era una ejemplificación. Supongo que podría haber puestos otros ejemplos menos "pedantes".

Y no sé si captó mi argumento, que por un lado dice que la pérdida de un idioma tiene unas consecuencias peores que el intento de conservar un idioma moribundo. Otra cosa es que luego se mezclen cuestiones políticas y todo se enrede.
Por otro lado decía que es imposible que exista un idioma que más o menos unifique, o que sea auxiliar, para que la humanidad se entienda (ver enlace al final).

A las pruebas me remito. Nunca ha habido y nunca habrá una unificación de idiomas (por lo menos una hecha libremente, porque en las dictaduras o colonizaciones sí las ha habido), y ni tan siquiera un idioma auxiliar. Miren el esperanto, o el inglés, que con toda la gente que lo habla es solo el tercer idioma del mundo (este dato es muy difícil de saber). Cualquier intento ha sido un fracaso rotundo. A cada idioma muerto nace uno nuevo, y los que ya hay tienden a fragmentarse en idiomas distintos. El alemán, sin ir más lejos, o el chino, que está fragmentado en no sé cuántos dialectos. Si Heidegger no sirve para fundamentar lo que yo digo, pues vale, pero habrá que buscar una explicación a ese fenómeno y no escribir la tontería del artículo que hay arriba que no se atiene a la realidad. Aceptar alegremente que desaparezcan los idiomas es poco menos que de bárbaros. Las personas y los pueblos aman sus formas de vida, sus idiomas. De hecho, estoy tentado a decir que lo pragmático es estar como estamos.

Por suerte no hace falta ser un pedante como yo, ni saber filosofía, ni idiomas para darse cuenta de esto. Con solo saber un poco de historia de las lenguas...
El siguiente artículo al que enlazo no va exactamente sobre el tema del que se trata aquí, pero está relacionado: http://www.publico.es/culturas/282760/maldicion/debabel

Hans -

Es tan de cajón de madera de pino que la realidad conforma el lenguaje y viceversa que se puede omitir perfectamente el banal (y pedante, y es cachondo que lo diga yo) comentario de Haller. Chato, si te interesa Heidegger, conviene que aprendas alemán. Lo del 'ser-en-si' ni mola igual.
Daniel: como siempre, genial. Hasta como abogado del diablo con troll adyacente incorporado. Cof, cof. Me voy a seguir curando mi gripazo a la cama

Haller -

Puede que el artículo de The Economist sea malo y erróneo, pero este también. Esta crítica es un despropósito.

¿Defender que es bueno que desaparezcan las lenguas? ¿Defender que si hubieran unas pocas lenguas en el mundo sería mejor? Todo el argumento se apoya en una simplificación obtusa y supuestamente pragmática. ¿Por qué es más pragmático hablar una sola lengua? ¿Y cuál elegimos? Además, la opinión es contradictoria, porque por un lado defiende el pragmatismo de hablar pocas lenguas pero al final se defiende el que hay que hablar bien. Hay que cuidar la ortografía y la sintaxis, ¿cuando eso es de las cosas más coñazo de una lengua?

Conservar una lengua moribunda tiene que ver con la naturaleza humana. De la misma manera que en cuando muera una, automáticamente nace otra nueva. Si la conservación de una lengua supone un gasto inmenso de dinero, la desaparición de la misma es algo peor. Eso supone la pérdida de una manera de pensar. Supone una pérdida cultural incalculable.

La riqueza cultural humana está íntimamente relacionada con la riqueza lingüística. Es un hecho que los libros de Aristóteles solo se pudieron haber escrito en aquel griego antiguo. Es imposible imaginarse esos libros en japonés, porque el japonés es una forma de pensar diferente al griego. Podemos hacer traducciones, sí, pero una traducción es siempre una interpretación, y cuando se traduce una obra de Aristóteles al japonés resulta una obra distinta, ya no es Aristóteles. Lo mismo sucede cuando lo traducimos al español moderno, con la diferencia de que nuestro español tiene un parentezco importante con el griego antiguo.

Se puede pensar que todo eso da igual. ¿Qué más dará que Aristóteles haya escrito o no? Pues aquel hombre estuvo, por ejemplo, muy implicado en algo que nosotros apreciamos mucho en la modernidad, algo llamado sistema político democrático (solo es un ejemplo, podría poner otros más complejos). En parte, los sistemas políticos también tienen que ver con el lenguaje, simplemente porque son cultura. Es por ello que ningún sistema político es exactamente igual a otro. La democracia japonesa actual difiere mucho de la democracia española. Fíjense que los japoneses tienen muchas dificultades para asimilar el sistema legal inglés, que a grosso modo es el que impera en el mundo. Y a su vez el inglés tiene muchas dificultades para asimilar conceptos legales provenientes del alemán. Eso se ve cada día en la UE.
Pero eso también ocurre con todo lo demás. Con la ciencia, con la educación, etc. Por ejemplo, a los occidentales nos ha costado siglos empezar a entender la religión budista. Nuestros idiomas eran deficientes para entender esa riqueza y profundidad, que de hecho nunca tendremos porque carecemos de los idiomas emparentados con el budismo. El filósofo Zizek lo explica muy bien. Él habla del "budismo capitalista", para burlarse de la manera que tenemos los occidentales de entender esa religión.

Así pues, ¿hablamos todos inglés y chino? ¿Quedémonos toda la humanidad con dos idiomas, inglés y chino? ¿Quedémonos todos con solo dos maneras de pensar?

Como decía Heidegger, y aquí faltó mucha filosofía del lenguaje, la casa del Ser es el lenguaje. Por cierto, ¿sabían que no existe traducción para esta frase de Heidegger? Este filósofo usa la palabra "Dasein", que no tiene traducción al español. ¿Pero qué más da? Hablemos todos inglés y chino y perdámonos este concepto clave del pensamiento moderno, "Dasein".

o. -

Un post estupendo, man
abracicos
o.

Sally -

La lengua es un elemento vivo y, como tal, nace, crece, se transforma, madura, se recicla (e incluso ejerce la autocrítica) y también puede llegar a morir. Es necesario cuidar las lenguas y dotarlas de su mayor dignidad porque suponen un elemento importantísimo para la comunicación del ser humano. Pero tampoco hay que olvidar algo: lo más importante son las persona y la lengua está al servicio de ellas. Siempre ha sido así. Y por eso conservan un importante valor las lenguas muertas: porque nos hablan de una época y de una forma de ver el mundo (por las persona que vivieron entonces).
Un saludo