APPELFELD
Aharon Appelfeld nació en la región de Bukovina, ahora Ucrania, en 1932. Su madre fue asesinada en el Holocausto y él fue deportado al campo de Transnitria. Escapó y sobrevivió durante años en el bosque, antes de emigrar a Israel y convertirse en uno de los grandes autores en lengua hebrea. Philip Roth ha escrito que es “un escritor desplazado, deportado, desposeído y desarraigado”; su voz “se origina en una conciencia herida, concertada en algún punto con la amnesia y con la memoria, que sitúa el relato a mitad de camino entre la parábola y la historia”. En ‘Historia de una vida’ (Península, 2005) habla de María, una prostituta que lo acogió. Es difícil no recordarla al leer ‘Flores de sombra’ (Galaxia Gutenberg, 2012, traducción de Raquel García Lozano), donde Appelfeld cuenta la historia de Hugo, que cumple once años en el gueto de una ciudad ucraniana durante la II Guerra Mundial. Su madre, farmacéutica, lo deja al cuidado de Mariana, una amiga de la infancia que trabaja en un burdel. Hugo se queda escondido año y medio en la recámara de su habitación, mientras los nazis y los delatores buscan a los judíos. No entiende bien lo que sucede en la casa, que a veces parece un circo y otras se convierte en el escenario de peleas y reprimendas, y que frecuentan los soldados alemanes. Vive en un mundo donde se alternan el miedo y las visitas –en la memoria y en sueños- de sus familiares con la presencia fascinante de Mariana: voluble, cariñosa, alcohólica y desamparada. También vive amenazada: pueden descubrirla los nazis; luego, los rusos buscan a los que colaboraron con los alemanes. ‘Flores de sombra’ es un libro sencillo, terrible y profundo sobre la bondad y la persecución, sobre la necesidad de amar al borde de la injusticia y del abismo.
Este artículo salió en Artes & Letras de Heraldo de Aragón.
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