COLGADOS
Ayer, la telecabina de Zaragoza se quedó parada durante una hora. David Marqueta me ha pedido un microcuento sobre el incidente para Hoy por hoy Zaragoza en Radio Zaragoza. He escrito dos; los he leído en el programa:
1.
Sara era la mujer de mi vida y yo lo había planeado todo hacía meses. Un domingo de septiembre le propuse ver Zaragoza desde la telecabina al atardecer. De paso, quería pedirle que se casara conmigo. Había hecho el viaje un par de veces para ensayar, había pensado las frases, y había comprado un anillo muy caro y una botella de champán. La telecabina había avanzado ya bastantes metros. Creo que me mareé por los nervios, no supe decir las frases que había preparado, y saqué el anillo. Sara me miró con una expresión de sorpresa, y yo le pregunté si quería casarse conmigo. Ella se echó a reír y dijo que no. Le pregunté por qué, y ella me dijo que no lo tomara como algo personal. En ese momento, la telecabina se quedó parada, bastantes metros por encima del río. Sara y yo nos reímos a la vez y saqué el champán. El sol se reflejaba en el anillo y pensé que tenía un rato para intentar convencerla.
2.
Lo reconocí por el sombrero. Hacía menos de doce horas lo había visto en el concierto del Príncipe Felipe. Y ahora lo tenía a mi lado, en la telecabina, y recordé lo que había pensado en el concierto: las canciones de Leonard Cohen tienen respuestas para todas las preguntas de la vida. Cuando la telecabina arrancó, Leonard Cohen se quitó el sombrero, y dijo hola. Yo quería felicitarle por el concierto, decirle que lo admiraba y preguntarle por el amor y el deseo y el sentido de la vida. También quería preguntarle cómo había conseguido que lo amaran tantas mujeres. Pero no sabía por dónde empezar, y de vez en cuando lo miraba, como un idiota. En ese momento, la telecabina hizo un ruido extraño y se paró, unos cuantos metros por encima del río. Yo estaba asustado, y me imaginé que acababa en un pozo del Ebro, ahogado junto a mi cantante favorito. Le pregunté: “Señor Cohen, ¿cuál es el sentido de la vida?”. Él se puso el sombrero, sonrió brevemente, y me dijo: “Te lo contaré cuando lleguemos a la Torre de la Canción. O al suelo”.
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Sally -
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